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Carteles, carpas y banderas eran los elementos que formaban parte de la decoración del Rectorado de la UNA hace exactamente un año para exigir la renuncia del entonces rector Froilán Peralta. Con pasos firmes y agigantados, los estudiantes decidieron dejar las aulas para exigir una educación que esté a la altura de las mejores universidades del mundo.
Después de que Peralta haya presentado su renuncia, la lucha no terminó ahí; al contrario, para los alumnos fue el inicio. Ahora, el objetivo va más allá: depurar la UNA, pues cuando vieron que los decanos de las diferentes facultades iban cayendo como dominós, los estudiantes dijeron que no iban a parar hasta recuperar el prestigio de la casa de estudios.
Día a día, observamos que la batalla de los universitarios se fortalece aún más, pues pese a que el 20 de setiembre se cumplirá un año de aquel paro, ellos siguen en pie de lucha. Queda claro que estos jóvenes no están dispuestos a dar marcha atrás y tampoco se quedarán con los brazos cruzados hasta que sus pedidos sean escuchados por las autoridades.
Actualmente, los universitarios van por cambios más profundos. Esperemos que hoy, la Asamblea Universitaria apruebe la propuesta de la reforma del estatuto presentada por la comunidad estudiantil, en la cual las principales modificaciones son que ningún estamento debe tener mayoría propia, que la reelección de autoridades se dé una sola vez y que los consejeros universitarios no puedan ocupar cargos de confianza del decano.
Los estudiantes siguen dando cátedras de civismo y el conformismo ya no es opción para ellos. Asimismo, invitan a aquellas personas "tibias" a que se indignen cuando observan que se manipula la educación para beneficios particulares. Es gratificante observar que estos jóvenes tienen los pantalones bien puestos y salen a luchar por la educación de la siguiente generación.
Definitivamente, para algunos jóvenes ipukuma esta situación, pero para obtener una mejor calidad educativa hay que empezar con el cambio de la estructura legal de la UNA. Por último, esperemos que llegue el día en que estos chicos puedan volver a sus aulas tranquilos para estudiar, que las autoridades de la universidad sean competentes y los docentes estén capacitados para dar clases.
Lo cierto es que todos están hartos de que los corruptos sigan mamando de las tetas de la educación pública.
Por Dahiana Galeano (19 años)