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La conocida ley del Karma y la del Talión nos enseñan que todo lo que hacés vuelve a vos de manera inesperada y te golpea donde más duele. ¡Qué ironía tan curiosa! El muchacho que fue filmado despellejando a un teju guasu hũ quedará “pelado” al abonar una multa de G. 400 millones.
La repercusión en redes sociales no se hizo esperar; muchos internautas ovacionaron la sanción, mientras que otros sugerían que el mismo castigo se aplique a los responsables de la deforestación en el Chaco.
El protagonista del macabro hecho, identificado como Julián Orquiola Osorio, cometió una infracción del artículo 37 de la Ley N° 96/92, “De vida silvestre”. La misma prohíbe expresamente “la caza, transporte, comercialización, exportación, importación y reexportación de todas las especies de la fauna silvestre, así como sus piezas y productos derivados que no cuenten con el permiso de la autoridad de aplicación”.
La Seam inició un sumario en noviembre del 2017 para identificar al infractor. La resolución 378 del 23 de julio establece que el culpable debe abonar la suma de 5.000 jornales mínimos diarios, correspondiente a un poco más de G. 400 millones. Luego del atroz maltrato del teju guasu, captado en un video, la indignación ciudadana se descargó en contra del autor con expresiones irreproducibles.
Parece casi imposible comprender el transfondo del maltrato a la fauna. Analicemos un instante, ¿qué pasa por la cabeza de alguien que tortura a un animal?, ¿acaso se trata de un trastorno psicológico o simplemente una infame demostración de supuesta gallardía?
Un detalle del video pone los pelos de punta, el protagonista sonríe sádicamente cuando despellejaba al teju; unas risas que reflejan su inconsciencia. Sin embargo, no faltaron los defensores, quienes alegaron que él solo jugaba y que la multa debería ser aplicada a los gobernantes que despilfarran los bienes públicos. Si bien la corrupción merece todo nuestro repudio, el maltrato a componentes de la fauna en peligro de extinción es intolerable.
Ojo, no toda captura de animales es ilegal. Por ejemplo, la Seam autorizó la caza de algunas especies de palomas en el Chaco consideradas como plagas para ciertos cultivos. La temporada se llevó a cabo del 19 de marzo al 31 de julio.
En este triste caso, un teju se llevó la peor parte; no sabemos cuántos otros animales sufren atroces maltratos en el silencio de la ilegalidad. Muchos ejemplares de la fauna local están amenazados gravemente; por ello, esperemos que la elevada multa aplicada sirva para disuadir a los potenciales infractores.
Por Víctor Martínez (19 años)