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Juzgar a los demás sin conocerlos se ha vuelto un hábito bastante frecuente. Solo porque en algún lugar escuchamos o leímos que alguien hizo algo malo, ya lo tachamos y prejuzgamos, sin saber realmente si es culpable de las acusaciones y, en caso de que lo sea, ¿solo por eso merece ser crucificado?
Gracias a las redes sociales es muy sencillo manifestar inquietudes y compartir con el mundo nuestras opiniones. Sin embargo, están quienes utilizan estos espacios para ofender o realizar críticas absurdas e infundadas.
En muchas ocasiones, las noticias sobre famosos que se difunden en los medios terminan repletas de insultos y comentarios totalmente injustificados. Si la información es sobre un hecho violento, la gente exclama: “¡Qué ejemplo están dando a sus fans!”. En cambio, cuando realizan una buena obra, los mismos que los señalaron por un error comentan: “Necesitamos más personas como estas en el mundo”.
Es normal que la gente cambie de opinión, pero sería bueno que antes de juzgar a alguien ya se tomase el tiempo de analizar las cosas y ver si realmente se merece las críticas. Lo más decepcionante es que, a veces, basta con que uno nomás comente algo malo para que el resto siga la corriente.
La mayoría juzga la torta solo por el decorado, sin conocer todos los ingredientes que la componen. Es fácil opinar teniendo en cuenta lo primero que se ve nomás pero, haciendo eso, solo se unen a la masa de gente ignorante. Sin embargo, si se preocuparan por examinar un poco más a fondo, seguro se van a encontrar con que esa persona a la que la crucificaron por un error o chisme, al final, “no era tan mala ra´e”.
Por Ana Jazmín Lezcano (20 años)