Abusos sexuales: para algunos, la víctima siempre es la culpable

Los abusos sexuales existen porque, como sociedad, se sigue protegiendo a los victimarios en vez de condenarlos social y judicialmente con penas severas. ¿Cuándo empezaremos a apuntar el dedo acusador a los verdaderos culpables y no a las víctimas?

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La noticia de la adolescente de 13 años violada por efectivos de la Armada Paraguaya, tras haber sido manipulada y engañada para ir hasta el Arsenal de la Marina, generó muchas reacciones en la ciudadanía.

Las personas hacían eco de lo que había sucedido en diferentes redes sociales. Un gran número de internautas directamente cuestionaba la conducta cruel de los efectivos involucrados, pues se estima que participaron aproximadamente 25, pero hasta el momento solo 13 de ellos han sido imputados por abuso y coacción sexual, además de pornografía infantil.

Un grupo de personas cuestionaba la conducta de la niña y de la madre, preguntando cómo la progenitora de la víctima le permitió ir hasta el lugar sola. Otros incluso se atrevían a culpar a la adolescente exponiendo que “ella sabía lo que quería y por eso fue a encontrarse con los militares” y que “es mentira que hubo violación porque ella aceptó tener relaciones”.

¿Por qué para algunos miembros de nuestra sociedad las víctimas son siempre las culpables? ¿Cuándo empezaremos a apuntar el dedo acusador a los violadores de niñas y niños y a buscar los mecanismos para velar verdaderamente por la protección de los más indefensos y sancionar a los culpables?

La violación sexual de por sí ya deja graves secuelas emocionales para cualquier persona que sufrió un abuso; entonces, ¿cómo pueden atreverse a cuestionar la veracidad del testimonio de las víctimas y acusarlas de haber buscado dicha situación?

Las violaciones no ocurren porque se generan condiciones propicias para que este hecho tan degradante suceda. Los abusos sexuales existen porque ciertos grupos de la sociedad siguen protegiendo a los victimarios en vez de condenarlos social y judicialmente con las penas más severas.

Cuando dejemos de educar solamente a las mujeres para que eviten vestuarios “inadecuados” con el fin de eludir posibles ataques sexuales y empecemos a instruir a los hombres desde pequeños para que en todo momento cuiden y respeten el cuerpo y las decisiones de cualquier persona, posiblemente logremos una sociedad con menos violaciones.

Mientras esperamos que la mentalidad del “típico paraguayito” cambie, podríamos tratar de proteger a las víctimas: creyéndoles cuando nos dicen que han sufrido un abuso y brindándoles atención psicológica, además de, por supuesto, señalar solamente al verdadero culpable: el violador.

Por Fiona Aquino (18 años)

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