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09:20. El siempre controvertido político colorado Magdaleno Silva y su hijo, Fernando, se encontraban sentados en un banco ubicado en el parque que está frente a su domicilio. Habían recibido la visita de Isaac y Félix Peña, dos ganaderos con los que tenían algunos negocios y con los que decidieron aprovechar la sombra mientras conversaban.
El exdiputado llevaba con él su arma de fuego, como siempre lo solía hacer. Hacía apenas algunos meses desconocidos habían atentado contra él y su hijo mientras se encontraban en el predio de la radioemisora de su propiedad.
Magdaleno era considerado el todopoderoso de Yby Yaú, un título al que llegó gracias a su fuerte influencia política y económica. Nacido en Chaco’i, había empezado como un simple vendedor de helados que se fue abriendo paso en la política, empezando como concejal departamental hasta llegar a ser diputado de la nación de la mano de su amigo Nicanor Duarte Frutos. Antes había pasado por el cargo de encargado de Aduanas en Pedro Juan Caballero, donde, según varias versiones, fue el recaudador más importante que tuvo la ANR.
A pesar de haber perdido su lugar en la Cámara de Diputados tras dos períodos consecutivos, Silva seguía siendo un hombre importante en el departamento de Concepción para los intereses de aquellos que pretendieran ganar elecciones. Últimamente había manifestado su apoyo a la candidatura de Mario Abdo Benítez para la presidencia de la Junta de Gobierno de la ANR y se hablaba de que buscaría presentarse como precandidato a la intendencia de su ciudad.
Poco en realidad habían importado sus antecedentes y la larga lista de acusaciones que pesaban sobre él y sus supuestos vínculos con el narcotráfico. La última había surgido durante una sesión del Senado donde le mencionaron como uno de los políticos que tenía vínculos con el narcotráfico. Una investigación de ABC Color revelaría su “amistosa” relación con el condenado narcotraficante y cabecilla del PCC, Carlos Antonio Caballero, alias “Capilo”.
A pesar de todo esto, Magdaleno Silva seguía siendo el líder indiscutible en Yby Yaú y le gustaba mostrarse en público. Así que este martes decidió hacer lo mismo mientras conversaba con dos de sus socios comerciales en el negocio ganadero.
Además de su caudillismo político, Magdaleno contaba además con su propia radio. Allí tenía un programa donde cada sábado “tiroteaba” contra todo adversario. En los últimos tiempos sus víctimas favoritas habían sido el intendente local, Elvio López, y el diputado Alsimio Casco, los mismos a los que culpaba por el atentado que sufrió en setiembre del año pasado. El primero le había rogado públicamente que lo dejara seguir con vida.
Mientras los Silva y los Peña conversaban, una camioneta blanca rodeó el parque y llegó hasta ellos. Existen versiones contrapuestas en cuanto a la cantidad exacta de personas que estaban a bordo del rodado; algunos vecinos dicen haber visto a seis personas y otros solo a cuatro, los mismos cuatro que descendieron del vehículo y sin mediar palabra abrieron fuego contra Magdaleno, su hijo y sus dos socios.
Uno de los Peña intentó huir. Sin embargo, los sicarios no estaban dispuestos a permitir que sobreviviera testigo alguno, por lo que le siguieron y continuaron disparándole. Todo fue cuestión de unos pocos minutos, pero el terror y las consecuencias que se generaron fueron enormes.
“Fue como una guerra”, relatan algunos vecinos. Son pocos los que se animan a hablar, la mayoría optó por encerrarse en su casa, presas del miedo. En el lugar, las balas dejaron sus rastros en árboles, bancos y hasta en los edificios de algunos de los locales comerciales que atienden sobre la avenida San Juan.
Algunos relatos señalan que Magdaleno consiguió sacar el arma que llevaba siempre con él y realizó algunos disparos. En el lugar se pueden observar, de hecho, los restos de vidrio de lo que se presume sería el espejo del vehículo de los sicarios. Los investigadores creen que uno de los malvivientes habría sido alcanzado por las balas de Silva.
Ángel Cabañas, un radialista de apenas 21 años que trabaja en la radio que pertenece a Silva, estaba saliendo del domicilio del político cuando ocurría el atentado. Al verlo, los sicarios también abrieron fuego contra él. El joven recibió tres impactos de bala en la cabeza y otros dos a la altura del tórax. Ahora, se debate entre la vida y la muerte. Ante su delicado estado fue trasladado hasta Asunción, en busca de una mejor atención.
Así como llegaron, los sicarios volvieron a subir a la camioneta y se dieron a la fuga.
La casa de la familia Silva, ubicada sobre la Avenida San Juan y John F. Kennedy, se encuentra a solo una cuadra de un centro asistencial privado que fue hasta donde llevaron a Magdaleno y su hijo. En el lugar se terminaría constatando el deceso de ambos, mientras que Isaac y Félix Peña no pudieron siquiera llegar al hospital y terminaron muriendo tirados en el piso del parque, a escasos metros de donde minutos antes estaban sentados conversando.
En la ciudad, la consternación dio paso al miedo y la mayoría de los pobladores prefiere evitar hablar con los periodistas que llegaron hasta el lugar para cubrir el atentado.
Ya después del mediodía llegaron hasta Yby Yaú los senadores Mario Abdo Benítez, Arnoldo Wiens y Víctor Bogado, todos de la línea política a la que se había sumado de un tiempo a esta parte Silva. Los legisladores llegaron hasta el domicilio de la familia para reunirse con la esposa de Magdaleno. No viajaron sin antes pedir la cabeza del ministro del Interior, Francisco de Vargas, quien les dedicó una ironía durante una conferencia de prensa en la que dio a conocer algunos detalles del caso.
El secretario de Estado señaló que, teniendo en cuenta los antecedentes de Silva y la manera en la que ocurrió el hecho, todo apuntaba a un crimen por encargo relacionado al crimen organizado.
Se desconoce aún la cantidad de impactos que recibieron los fallecidos. El Dr. Pablo Lemir, forense del Ministerio Público, recibió la tarea de inspeccionar los cuerpos por lo que tuvo que viajar a la zona y todavía debe realizar los exámenes correspondientes. Atendiendo a que son cuatro víctimas fatales, los trabajos podrían llevar aún un tiempo considerable.
“Si me mataban, iban a decir que morí en mi ley”, había dicho en setiembre pasado antes de vaticinar una “carnicería” si es que lo llegaban a matar. Lo cierto es que uno de los todopoderosos del norte sucumbió este martes bajo una ráfaga de balas. Ahora habrá que ver cuáles son las consecuencias que llegan tras la matanza ocurrida a plena luz del día en la lejana Yby Yaú.