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El empleado fue imputado por el fiscal Osvaldo Caballero por los delitos de hurto agravado, apropiación y lesión de confianza, que lo exponen a una pena de hasta 10 años de encierro.
El insólito caso se registró el martes de tarde, cuando Carlos González abandonó en el local de la Essap a tres de sus compañeros que bajaron del blindado para retirar un caudal, luego, también, dejó con el motor en marcha su móvil y se habría fugado con una bolsa llena de dinero.
Por otro lado, su padre y su hermano, aprehendidos ante sospechas de complicidad, fueron liberados.