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“Como dice la carta, es un llamado desesperado a que la contraparte deje de manosear, ensuciar e injuriar a mi hija, les respondo así. Ellos pueden defender a sus chicos de manera decente e íntegra sin destruir a otra menor de edad, nuestra hija. Se puede defender cualquier postura dentro del marco de la decencia y del respeto”. La misiva expresa lo siguiente:
“De pronto y sin que nadie sepa explicar por qué, te hicieron entrar a un mundo de violencia y brutalidad del que nunca antes habías siquiera oído. Primero te sorprendieron y te engañaron, después te agraviaron en la forma más bárbara y cruel que cualquier mujer puede padecer. ¡Cuánto más lo habrá sido para vos, que tenías apenas quince años!
Después vinieron las mentiras, las injurias, la indiferencia y hasta las burlas.
En esta etapa ya no estuviste sola, como en la anterior, este sufrimiento ya lo compartimos todos los que te queremos y te rodeamos, incluyendo muchas personas de bien que ni siquiera te conocen, porque saben por lo que pasaste y continuas pasando, y porque son solidarias.
Buscando ya desesperadamente protegerte de ese mundo en el que de barbarie, de bajeza sin nombre, de inexplicable maldad en el que te sumieron, yo intento guardarte y protegerte en un refugio, donde estés a salvo de la destrucción, afuera de ese ámbito donde reina y triunfa la deshumanización, la inmoralidad, el materialismo más prosaico, donde triunfa el poder del dinero que compra conciencias, cierra ojos e inmoviliza lenguas. Trato de esconderte en mi refugio de amor.
En medio de la vorágine que se formó a tu alrededor, donde todas las tormentas del mal continúan agitándote y vapuleándonos a los que te rodeamos, amenazando destruirte y destruirnos, como un tornado que arrastra todo a su paso, apagando toda luz de esperanza, te resguardo como puedo en mi refugio de amor.
Aun así, malherida, lastimada por tanta hipocresía, silencios cobardes, mezquindades, mentiras y todas las miserias humanas concebibles, te guardo en mi refugio de amor.
Yo te guardo, hija mía, para que nadie más pueda dañarte ni humillarte, herirte, denigrarte, amedrentarte, hundirte en el lodo. Te guardo con toda la fortaleza que me da contemplar el valor con el que resistís, con el que me da verte viva cada mañana, tu sonrisa, y tu tenacidad, el empeño y las ganas que pones a cada mañana al levantarte, que hacen que mi determinación de protegerte se reafirme cada día. Nunca más pasarás por lo mismo, mientras yo viva y tenga conciencia.
Te guardamos, protegemos y bendecimos, con todo el inmenso amor de Mamá y Papá”, finaliza la carta.