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Abrahán Fehr Banman, de 35 años, fue tomado por los secuestradores cuando se encontraba trabajando en un predio de Tacuatí, departamento de San Pedro, en la tarde del pasado sábado 8 de agosto.
La víctima estaba acompañada de sus dos hijos de 8 y 5 años, además de dos peones, cuando fueron sorprendidos por una célula de la banda autodenominada EPP. Los criminales inicialmente retuvieron tanto al colono como a uno de los trabajadores y decidieron liberar a los menores, así como al empleado restante.
Un día después del plagio, en la noche del domingo 9, los captores optaron por dejar en libertad igualmente al trabajador que aún mantenían en cautiverio junto al menonita, quien sin embargo no corrió la misma suerte y desde entonces poco o nada se sabe de él.
A dos semanas del hecho, la familia en la colonia Manitoba se encuentra desesperada, ya que ni siquiera cuenta con el dinero exigido por la banda, que reclamó US$ 500.000 a cambio de que Abrahán retorne a casa.
La preocupación crece debido a que los malvivientes inclusive emplazaron a los colonos para cumplir con el pago. La fecha límite venció ya el pasado 12 de agosto y hasta ahora hay incertidumbre sobre el momento y la forma en que se podrá juntar el monto, ya que inclusive las cuentas bancarias de la familia ya fueron bloqueadas, en cumplimiento de la ley antisecuestro, que busca desalentar este tipo de hechos.
Hace una semana y media, Abrahán Fehr, padre del secuestrado, salió a informar públicamente que la familia no posee el monto exigido y clamó a los captores por una “rebaja” hasta llegar a una cifra que pudiera resultar posible conseguir a los lugareños. Se esperaba que los criminales tomen nuevo contacto luego de esto, pero hasta el momento el clamor no tuvo respuesta alguna.
La Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), por su parte, lejos de ofrecer garantías y resultados, se muestra cada vez más fraccionada entre sus componentes. La falta total de coordinación entre la Policía, las Fuerzas Armadas y la Senad solo arroja operativos infructuosos.
La incapacidad de las fuerzas del orden se evidenció aún más ya desde el mismo secuestro del suboficial Edelio Morínigo, quien está secuestrado hace más de un año. Es más, cuando se suponía que la FTC estaba en intensos operativos para intentar dar con los secuestradores, el EPP dio un nuevo golpe en las narices de los uniformados, con el caso de Abrahán.
De esta manera, los criminales tienen a dos secuestrados, mientras en las familias solo reina la incertidumbre, ante un gobierno que poco o nada demostró para acabar con este flagelo y brindar tranquilidad a la zona norte, un área dominada por asesinos y secuestradores desde hace años.