Hace casi un año advertían...

Desde hace casi un año, pobladores del Chaco vienen manifestando su preocupación acerca de la colmatación del río Pilcomayo. Los trabajos de limpieza se retrasaron eternamente y la crisis está ahora en su punto álgido.

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Diez meses de advertencia no sirvieron para que el Gobierno reaccione de forma determinada. Ahora se dispuso un urgente plan de contingencia que prevé el traslado de animales a algún lugar con agua, aunque todavía no saben dónde ni con qué recursos humanos y materiales lo harán. Además, para empeorar el panorama, se avecina una fuerte sequía de la mano del fenómeno La Niña, según las previsiones actuales. Y el problema de fondo, que el río Pilcomayo está retrocediendo, no encuentra planes a corto ni a mediano plazo en Paraguay.

“Las consecuencias de la colmatación del Pilcomayo llegan a tal punto que en algunas zonas del Chaco los pobladores y animales pueden realizar una caminata sobre el río”, señalaba una publicación durante los primeros días de agosto de 2015, hace casi un año. Ya en ese entonces se hablaba de la colmatación en la embocadura del río.

Para fines de setiembre, las autoridades locales urgían la limpieza y la preocupación iba en aumento entre los pobladores de Pozo Hondo; sin embargo, unos días después a inicios de octubre, el Gobierno desde el Ministerio de Obras Públicas minimizaba la situación. “Se pudo constatar que existe suficiente cantidad de agua en los reservorios de los bañados y tajamares, por lo tanto (…) no hay un riesgo inmediato de falta de agua para la ganadería en toda la cuenca del Pilcomayo”, rezaba parte del comunicado emitido desde la cartera de Estado que aseguraba que productores de colonias ribereñas como Margariño no tendrían problemas.

Prometían además que en unos días más se iniciarían los trabajos de limpieza y así terminó octubre, con promesas. Cerca de mediados de noviembre del año pasado comenzaban a caer las lluvias en la cuenca alta del Pilcomayo, en Bolivia, y se esperaba que se cumpla el ciclo de la riada en la cuenca baja (zona del Chaco) que suele darse entre diciembre y marzo de cada año.

Tras cinco meses de retraso, un tímido intento. Se realizaron algunos trabajos pero de manera negligente, denunciaban pobladores. “Lo que hacen no sirve para nada –agregó–, apenas si están limpiando el cauce pero la arena queda todo dentro. Cuando venga el agua, caerá de nuevo en el lecho”, dijo una mujer que residía en la zona. Comenzaron las denuncias, unas tras otras sobre las irregularidades en el manejo de la comisión del Pilcomayo en manos de Daniel Garay Palacios, así como las advertencias sobre el alto impacto negativo para la biodiversidad en la zona.

Por un mes, en diciembre, las inundaciones en decenas de ciudades por la crecida del río Paraguay dejaron atrás el problema con el otro río que se secaba. Para enero de 2016, las lluvias en la cuenca alta disminuyeron y a eso se sumó los trabajos mal hechos, entonces estaba claro que el agua no llegaría a Paraguay este año y a pesar de ello Obras Públicas no reaccionó a tiempo. Daniel Garay seguía insistiendo en que el agua llegaría, que los trabajos se estaban haciendo.

En febrero, el ministro Ramón Jiménez Gaona dispuso la intervención de la comisión del Pilcomayo y no sabían cuánto dinero quedaba del presupuesto de US$ 10,5 millones asignado a ese departamento. Tras la intervención, el status quo reinó otra vez hasta que en los primeros días de este mes nuevamente pidieron socorro.

El cauce está seco, se perdió gran cantidad de producción agrícola y puestos de trabajo, dijo un productor de la zona. Luego vino lo peor: las imágenes de los animales empantanados, atrapados en el lodazal casi seco. Peces, yacarés y carpinchos muertos por todas partes. La advertencia se cumplió.

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