Comunidad de San Carlos, olvidada por todos

FUERTE OLIMPO. Unas 60 familias de la comunidad de San Carlos viven en medio de una extrema pobreza y están totalmente olvidados, a lo que se suma el aislamiento de varios meses del lugar por la falta de caminos y la carencia de trabajos.

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La comunidad está localizada a solo 90 km del casco urbano de Fuerte Olimpo, capital departamental de Alto Paraguay, y la mayor parte del año, sus pobladores sufren las penurias ocasionada por la pobreza.

Unos 20 años atrás, San Carlos era próspera con mas de 3.000 habitantes, todos ellos trabajadores de la antigua fábrica de extracción de tanino, Carlos Casado SA, que funcionaba en la comunidad del mismo nombre.

En San Carlos las personas se dedicaban a la extracción de tanino del quebracho de los montes chaqueños, había mucho movimiento y por supuesto bastante circulación de dinero.

Pero cuando la empresa se declaró en quiebra, la mayoría de los habitantes emigraron hacia otras regiones del país y solo permanecieron aquellas familias que no tenían otro lugar a donde ir.

La población de San Carlos está asentada hace más de 40 años en unas 400 hectáreas (ha) de tierra que no les pertenece per se, ya que los dueños de la empresa en quiebra comenzaron a vender sus propiedades entre ellas las de esta comunidad.

De las 400 ha donde se encuentra actualmente la comunidad, 200 ha fueron adquiridas por un ganadero de nacionalidad brasileña y la otra mitad por un ganadero uruguayo. 

Debido a la situación de los caminos varios niños que acuden a la escuela de la comunidad deben realizar verdaderos sacrificios para llegar hasta el lugar para estudiar.

La falta de trabajos es una de las constantes sobre todo actualmente porque los campos ganaderos se encuentran inundados, lo que les impide a estas personas realizar las changas ocasionales a las que están acostumbradas.

Varias familias necesitan asistencia del Estado para mejorar sus condiciones de vida. Tal es el caso de don Domingo Rodríguez y doña María Mieres, quien está ciega desde hace varios años. La pareja vive en extrema pobreza y sobreviven gracias a la caridad de sus vecinos, con lo poco que estos pueden aportar.

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