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Niños, ancianos, mujeres y hombres forman parte de este grupo que permanece frente al local del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), ubicado sobre la calle Don Bosco Nº 745 entre Haedo y Humaitá, en Asunción. Los mismos pasaron una difícil noche a la intemperie, protegidos del frío y la lluvia apenas con bolsas de plástico y alguna que otra frazada acercada por los vecinos.
En imágenes captadas por el ciudadano Alejandro Buzó y compartidas en la red social Facebook, se puede ver cómo los más pequeños recorrían durante la noche la zona, a pesar de la lluvia. Durmieron en el piso, que lógicamente seguía mojado tras la tormenta. “Cuando existiendo instancias para hacer algo con presupuestos asignados, infraestructura, nada se hace porque ese agregado ‘indígena’ hace que todos se pasen la pelota, pareciera que se les duerme el sentido de humanidad, su obligación de hacer algo”, lamentó el denunciante junto con la publicación de las imágenes.
“Nos llenamos la boca en la visita papal usando su cultura, su idioma, nuestro acervo, como escudo cultural, sello propio del Paraguay. Esta es la realidad a la que a nuestro ‘escudo cultural vivo’ estamos otorgando y entregando (…) Para ellos no hubo albergues, para ellos la indiferencia, que solo se descarta para el show al visitante”, continúa el escrito.
El denunciante se refirió a los numerosos números artísticos admirados por los mismos paraguayos y la prensa extranjera, presentados al papa Francisco durante su visita al país. Desde la bienvenida, los coros, los bailes, los regalos y hasta el retablo de la misa central oficiada el domingo último: todo tenía características de los pueblos indígenas. Sin embargo, a pesar de que su valor cultural se aprovecha en estas ocasiones, socialmente siguen siendo una minoría marginada y que atraviesa por múltiples necesidades.