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Guillermo Achucarro, investigador de Base-IS, experto en la temática de cambio climático, señaló que si bien es cierto que la mortandad de los peces puede darse por la falta de oxígeno en las aguas de los ríos, este no es el único motivo.
Este fenómeno guarda una estrecha relación con acciones que degradan al medioambiente y que son consecuencias del modelo de producción, según afirma. “Al caer grandes lluvias, estas arrastran sedimentos y materia orgánica hasta los cauces hídricos. Pero hay que tener en cuenta que el arrastre de esa materia estuvo siempre regulado por los bosques, que hoy prácticamente no existen en gran parte del territorio”, señala.
Debido a que ya no hay suficientes árboles, estos ya no pueden cumplir con la función de absorber parte de las aguas, filtrarlas y proteger el suelo para evitar la erosión, explicó el especialista.
En este escenario, las aguas arrastran en mucho mayor volumen todo el sedimento y materia orgánica que encuentran a su paso, generando que los mismas se depositen en los cauces de ríos o arroyos. Estos sedimentos son los que absorben el oxígeno del agua, provocando la muerte de los peces que viven en dichos ecosistemas, asegura.
La organización recordó también que Paraguay es uno de los países con mayor tasa de tala de árboles a nivel mundial. Se llegan a perder incluso 300.000 hectáreas de bosques por año, y “según la FAO, el 70% de la deforestación es causada por el agronegocio”, agregó el investigador.
Esta sería la razón por la que desde hace días en las zonas ribereñas del río Paraguay reportan una enorme e inusual mortandad de peces en sus costas. Esta mortandad, según Base IS, estaría llegando desde el departamento de Alto Paraguay, al norte del país, hasta la capital.
Esta organización investigadora afirma que la mortandad guarda directa relación con acciones que atentan contra el equilibrio ambiental y afectan directamente a los cursos de agua. Sin embargo, las entidades responsables del Estado, como el Ministerio del Ambiente, la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (ESSAP) y otras, concluyeron que el fenómeno se dio a consecuencia de la falta de oxígeno en el agua debido a la gran cantidad de lluvia caída, atribuyendo así el desastre a un hecho natural.
Como una suerte de referencia de lo que está ocurriendo en países vecinos con relación a la misma problemática, Base IS recordó que estudios publicados recientemente en Brasil y Argentina demuestran que las cuencas de los ríos Paraná y Paraguay se encuentran contaminadas por la presencia de agroquímicos, particularmente sustancias derivadas del glifosato y otros pesticidas de uso agrícola. En Brasil, por su parte, recordaron que un estudio realizado recientemente certificó la existencia de residuos de glifosato en el área de nacimiento del río Paraguay.
Según publicó el Ministerio Público de Mato Grosso en un informe técnico elaborado por el Núcleo de Estudios Ambientales y Salud del Trabajador, del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Mato Grosso, se detectó contaminación por agroquímicos en el Área de Protección Ambiental Estadual Nacientes del Río Paraguay.
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En las muestras de agua que analizaron se detectaron principios activos de sustancias que no están permitidas en Brasil, ni para agua potable ni para agua superficial. Estos componentes químicos son el clomazone, imidacloprido, propoxur y tiametoxam. Este informe fue enviado al Poder Judicial de Brasil, con el fin de que se tomen las medidas correspondientes contra los responsables de haber contaminado aguas subterráneas y superficiales.
Por otra parte, a principios de año una investigación a cargo de científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina concluyó que la cuenca del Río Paraná se encuentra altamente contaminada por la presencia de agroquímicos, principalmente glifosato y productos derivados.
Según señaló Damián Marino, científico argentino y responsable de la investigación, “la publicación científica validada a nivel mundial dice que todas las muestras de agua superaron para el nivel guía recomendado para la biota acuática”, por lo tanto, recomendaron articular políticas inmediatas de solución.
“Hoy, en el mercado mundial, el 90% de los plaguicidas es glifosato y el 10% restante se reparte entre clirpirifós, cipermetrina y endosulfán", explicaron desde Base IS.
Se obtuvieron resultados similares en el Río Paraguay, que también se incluyó en el trabajo de nuestros vecinos.
Para argumentar aún más estas publicaciones, Base IS suma un Informe de la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde se detalla cómo el modelo de agronegocios afecta gravemente a los suelos y a las aguas, “vertiendo en ellas miles de litros de venenos que terminan afectando la salud humana y el ambiente”.
Recuerdan también que insecticidas, herbicidas y fungicidas son los responsables de la contaminación de las aguas, pues se aplican intensamente en muchos países, tanto desarrollados como en desarrollo, lo que provoca la contaminación del agua dulce con compuestos carcinógenos y otros venenos que afectan al ser humano y a muchas formas de vida silvestre. Los plaguicidas, por otra parte, destruyen hierbas e insectos, y con ellos las especies que sirven de alimento a pájaros y otros animales, deteriorando así la cadena alimenticia, señala el informe de la FAO.