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La decisión fue asumida en medio de numerosas e insistentes críticas de la opinión pública y de los afectados por el proyecto metrobús, que están hastiados por la excesiva demora en la construcción de obras que serán utilizadas (supuestamente) por este sistema de transporte, sobre todo por el lento avance de las mismas.
Como una respuesta al hastío de la gente, el ministro de Obras, Ramón Jiménez Gaona, afirmó que el metrobús es una obra de Salud Pública, más que de transporte, pues implica construir desagües cloacal y pluvial; el reemplazo de la cañería de agua de más de 50 años, así como la recuperación de las veredas y el "hermoseamiento" de la avenida.
Al justificar la extremada lentitud de los trabajos, dijo que "hubiera sido fácil" asfaltar las calles, a una velocidad de dos o tres cuadras por día e instalar los refugios, pero es una obra que incluye dichos desagües, considerando que tampoco contaban con ellos, y los raudales circulaban sobre el asfaltado, poniendo así en riesgo la vida de las personas.
Insistió que también se cambiará la cañería de agua que tiene más de 50 años, cuyas rupturas causan estragos en el pavimento. "Tampoco hay que olvidar que el cableado será subterráneo; se recuperará la vereda para los peatones y se hermoseará todo el corredor", aseguró.
Jiménez Gaona pidió paciencia, porque se trata de una "obra compleja" que traerá "un beneficio en salud pública a miles de ciudadanos", no solo a los frentistas".