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Han pasado 11 días del asesinato de Pablo Medina a manos de sicarios en un poblado cercano a Villa Ygatimí, ocasión en que falleciera además la acompañante del comunicador, Antonia Almada. Desde entonces se iniciaron allanamientos, imputaciones y lluvia de denuncias por narcopolítica que salpican a autoridades electas en representación del Partido Colorado.
A pesar de esta situación, la titular de la Asociación Nacional Republicana (ANR) se ha llamado a silencio. Incluso se ausentó en la sesión ordinaria de la Cámara de Senadores el pasado jueves, donde los legisladores reconocieron la existencia de políticos respaldados por los narcos.
En la sesión, la senadora Blanca Ovelar (ANR) había criticado a los tribunales de Ética de los partidos políticos por no hacer una revisión profunda “de los antecedentes y bienes” de los candidatos a puestos electivos. Este cuestionamiento apuntaba al intendente de Ypejhú, Vilmar “Neneco” Acosta y su hermano, Wilson Acosta, quienes están sindicados como autor moral y material del crimen de Medina, respectivamente y de estar metidos en el negocio del narcotráfico. Ambos acusados actualmente se encuentran prófugos.
Ni las acusaciones contra la diputada colorada Cristina Villalba, protectora de los hermanos Acosta, han hecho que Lilian Samaniego siente postura ante el crimen del comunicador Medina y la influencia del narcotráfico en la política.
Según fuentes, la senadora fue criticada fuera de micrófono por algunos de sus correligionarios, quienes lamentaron su ausencia durante la sesión de la Cámara Alta la semana pasada, ya que debió emitir alguna opinión sobre el tema debatido por los legisladores como responsable del partido de gobierno.
Varios parlamentarios siguen molestos con Lilian por su falta de liderazgo y de postura.