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En dos apariciones separadas entre sí por menos de 24 horas el presidente mostró su lado más suave y su lado eufórico, desafiante y desaforado.
El lunes 17 a la noche, horas después de dar a conocer su carta al arzobispo Edmundo Valenzuela en la que comunicaba su renuncia a candidatarse a la presidencia para el periodo 2018-2023, Cartes -que ya no da conferencias de prensa- difundió en sus redes sociales un mensaje a sus "queridos compatriotas".
De traje negro y corbata roja, con la imagen del Palacio de López detrás, dos bromelias flanqueándolo, una bandera paraguaya en el pecho y otra al costado de su escritorio, el presidente aparece pulcro, acicalado, y con voz suave habla de diálogos, búsqueda de soluciones, transparencia, progreso y oportunidades para los más vunerables. Si bien no se priva de tirar un dardo a "personas interesadas en la división", que lastiman al pueblo, su tono pretende ser paternal y amable.
Sus palabras no son espontáneas. Lee, como es habitual, un teleprompter. Claro que lo más importante no es cómo lo dice, sino lo que dice: “No buscaré la reelección en las próximas elecciones, no asumiré, por ninguna vía ni forma, la candidatura a la Presidencia del Paraguay por el periodo 2018- 2023”.
El martes a la noche poco quedaba de tanta mesura. Sudoroso, eufórico y rodeado exclusivamente por sus simpatizantes Cartes se presentaba en la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Su discurso fue desafiante ("el que pensó que me iban a sacar de la cancha, los que no quieren competir, les digo que van a competir conmigo también"), retador (“pueden seguir incendiando lo que quieran, pero van a encontrar un murallón colorado"), crítico de la prensa ("aquellos periodistas que les tratan de gorilas no saben el trabajo que ustedes (los seccionaleros) hacen”) y hasta racista ("no es porque tenemos ojos azules y somos lindos que la gente viene y apuesta la república del Paraguay"). No faltaron las cantinfladas, porque al presidente le cuesta la espontaneidad ("el lado bueno del problema siempre tiene un lado bueno, un lado malo").
Los vaivenes presidenciales no acabaron allí. Después de este desaforado discurso ayer justo antes del mediodía volvió a publicar en sus redes sociales otro video, que por la ropa y el set da la impresión de haber sido grabado también el lunes.
Allí se vuelven a ver sus gestos estudiados y su voz apacible, con música chill out de fondo. "Seguiré trabajando mientras Dios me dé salud. Mi compromiso con el Paraguay es mucho mayor", termina.
Volviendo a Robert L. Stevenson, un dato curioso que sus lectores recordarán: Jekyll era un científico que creía que podía separar el bien y el mal que coexisten en una persona. Para eso inventó una poción que bebía y hacía emerger su lado maléfico: Mr. Hyde. Un día a Hyde se le va la mano y mata a un parlamentario británico, Sir Danvers Carew. A partir de allí los desastres no hacen más que sucederse. Y si quiere saber cómo termina la historia, lea el libro.