Unas 100.000 personas abandonaron sus hogares a partir de diciembre por el desborde del río, la mayoría de las cuales continúan ubicadas en los espacios de la capital habilitados por el Gobierno, donde han levantado precarias construcciones de madera que les sirven de refugio temporal. Sus expectativas estriban en una bajada del nivel del río en Asunción, que este lunes se situó en los 6,46 metros, lejos del récord de finales de diciembre, cuando alcanzó los 7,88 metros, pero todavía por encima de su nivel crítico, marcado en los 5,5 metros, según la Dirección de Meteorología e Hidrología.
Pese a ese comportamiento descendente, las autoridades advierten de que, a mediados de este mes y durante todo marzo, el agua volverá a subir a niveles históricos, informaron a Efe fuentes de la Alcaldía asuncena y de la SEN. “Hay gente que quiere volver a sus viviendas pero la Municipalidad les pide que no vaya de vuelta a sus casas todavía porque es engañoso, en realidad en la segunda quincena de febrero y en marzo habrá lluvias pronunciadas que harán que el río torne a casi los mismos niveles que llegamos hace poco”, dijo el portavoz de comunicación de la Municipalidad, Andrés Granje.
Según el funcionario, la situación aún es “crítica” y si la gente vuelve a sus casas ahora será mucho más difícil volver a reorganizar la asistencia y ayudas de emergencias a los afectados. La Alcaldía de Asunción junto a la SEN siguen asistiendo a los damnificados, limpiando las zonas donde están acampados e intentando mejorar las precarias condiciones de vida de los afectados. La mayoría han tenido que instalarse en casetas de madera y techos de chapas metálicas o con coberturas plásticas en los 143 refugios al aire libre establecidos por el Gobierno o en cualquier lugar de la vía pública que estuviera libre.
“Indudablemente las condiciones son muy difíciles, pero apelamos al sentido común. De nada sirve ir a vivir bien una semana a casa si luego hay que trasladar todo otra vez, volver a conseguir un lugar, levantar tu refugio, etc”, expresó Granje. El Gobierno paraguayo ha reconocido que las intensas lluvias registradas en Paraguay desde el pasado diciembre se atribuyen al fenómeno climático de El Niño. Según expertos, la pérdida de masa boscosa en Paraguay, sexto país del mundo con mayor deforestación, y la aceleración de los efectos del cambio climático conforman un cóctel explosivo que agrava las consecuencias de las inundaciones.