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Francisco rememoró las frases que rescató de los jóvenes que les hablaron de su vida. “Liz dijo que empezó a conocer a Jesús, ¡Conocer a Jesús! y esos es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: Conocí a Dios, mi fortaleza. ¡Conocer a Dios es Fortaleza!.
Sostuvo que ambos valores son los que se necesitan en los jóvenes hoy día. “No queremos jóvenes debiluchos, que están ahí nomas, ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados con cara de aburridos, queremos jóvenes fuertes, con esperanza y fortaleza, porque conocer a Jesús, conocer a Dios, es tener un corazón libre”, subrayó.
Luego interactuó con los presentes y los hizo repetir “Corazón libre”, “solidaridad”, “trabajo”, “esperanza”, “esfuerzo”, “conocer a Jesús”, “conocer a Dios y fortaleza”, para luego lanzar la pregunta: “¿Un joven que viva así, tiene la cara aburrida? ¿Tiene la cara triste? Que fue respondido por la multitud con un rotundo no. “Ese es el camino”, agregó.
En cuanto a las historias de los tres jóvenes, dijo que forman parte del plan de Jesús para nosotros, “es un plan contracorriente, Jesús le dice ‘felices los que tienen alma de pobre, no los que acumulan plata, sino los que son capaces de comprender lo que es pobre’.
Antes de despedirse, contó una anécdota. “El otro día un cura, en broma, me dijo: Sí, usted siga haciéndole, aconsejándole que hagan lío a los jóvenes. Siga, siga, pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros”, lo que desató una carcajada en la multitud. “Hagan lío pero también ayuden a arreglar y organizar el lío que hacen. Hagan lío y organícenlo bien”.
Sostuvo que ya conocía las preguntas que se les formuló en el acto, y había preparado un discurso que finalmente dejó de lado. “Preparé un discurso, pero los discursos son aburridos, así que se los dejo al Señor Obispo para que lo publique”.
Y como es costumbre, hizo sus pedidos a los fieles. “Primero; que sigan rezando por mí. Segundo; que sigan haciendo lío. Tercero; que ayuden a organizar el lío que hacen para que no destruyan nada”, para luego finalizar con una oración improvisada con base en las historias que escuchó de los tres jóvenes.
“Les pido por favor que recen por mi y por tantos chicos y chicas que no tienen la gracia que tiene ustedes, de haber conocido a Jesús”, fueron sus últimas palabras, para luego despedirse con una gran sonrisa ante la ovación de cientos de miles de feligreses presentes.