Garbellano, entre sexo y poder

Luciano Garbellano, mánager y productor de la vedette argentina Moria Casán, tiene en la Argentina una suma de historias que incluye denuncias por coacción, amenazas y deudas impagas. Entre ellas, un oscuro pasado que lo vincula con el sexo y el poder.

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¿Quién es ese hombre que se asume como mano derecha en los negocios que la actriz y vedette argentina Moria Casán tiene en Paraguay, con quien afirmó abrir una escuela de arte y agencia de modelos con una residencia en el suntuoso barrio Carmelitas de Asunción como sede? ¿Quién es realmente ese hombre que amenaza a periodistas y a supuestas víctimas, alegando contactos de poder en la Cámara de Diputados de nuestro país?

¿Quién es el mánager de Casán que confiesa no faltarle mujeres por ser “galán”, e incluso tener dos novias en Asunción?

La obra “Señor Juez, una biografía judicial de Norberto Oyarbide”, del periodista de investigación del diario Clarín, Daniel Santoro, responde la pregunta; o, al menos, nos acerca a su historia.

En un capítulo, la obra señala que Luciano Garbellano fue amante del juez federal Noberto Oyarbide en una historia bañada de escándalo que repercutió en el vecino país.

Según narra el texto, en 1994 un desconocido Luciano Garberllano Bottega regresaba desde Estados Unidos e Italia a la Argentina para hacer un “estudio de mercado” sobre el negocio de la prostitución masculina en la capital argentina.

“Garbellano decía haber conocido en Estados Unidos a Heidi Fleiss, la famosa ‘madama’ de Hollywood que reveló secretos sexuales de actores como Charlie Sheen —el protagonista de la premiada película ‘Pelotón’, sobre la guerra de Vietnam, dirigida por Oliver Stone— y de personajes de la política. Fleiss le había aconsejado dedicarse a la prostitución masculina porque en la femenina tendría mucha competencia”, dice el libro.

Garbellano, entonces, optó por el segmento pequeño pero más rentable: la prostitución masculina. Como primer emprendimiento, abrió un boliche gay de nombre “Búnker”, con el cual empezó una “carrera” que lo relacionaría con el poder político, empresarial y judicial, y con la farándula argentina.

“El imán para el mundo gay era su simpatía. En el currículum que hizo circular entre productores y directores de cine y TV consta que nació el 1º de enero de 1967 en Florencia, Italia, aunque no tiene DNI para extranjeros sino el habitual para los nacidos en Argentina, y que estudió teatro en escuelas argentinas e italianas, entre las que cita la Escuela de Teatro de Norman Brisky y la scuola de Vittorio Gassman. También asegura que obtuvo un “master” en actuación dramática en la Yale School of Drama. Y que protagonizó papeles menores en las series de TV argentinas “Modelos 90-60-90”, “Ricos y Famosos” y “Herederos del Poder””, añade la obra.

En “Búnker” conoció a Ariel Maximiliano Paz, a quien contrató como custodio.

Posteriormente creó “Gym Boys”, y finalmente trabajó en “Spartacus”, un local ubicado en el barrio de Palermo, Buenos Aires, donde exhibían musculosos taxi-boys vestidos con ligeras túnicas.

Según la obra, en 1996 se inició una relación con el juez Oyarbide, momento en que quedó atrapado por su “exultante personalidad”, dice el texto.

Mientras frecuentaba distintos lugares de la movida gay bonaerense, Garbellano le pidió a Paz que trabaje en “Spartacus” para espiar a los dueños, los hermanos Tony y Daniel Soldano, y “sacarle” de alguna forma el negocio. Soldano mostró el contrato de alquiler del local, aseguró que era el único dueño y negó que Garbellano haya sido dueño, que simplemente “recibía a sus amistades en el tercer piso del local”, reza el libro.

Con el fin de no ser acusado de proxenetismo, la obra dice que Soldano aseguraba que en uno de los pisos funcionaba una agencia de contratación de modelos.

“En el local trabajaban unos 100 jóvenes de 18 a 35 años en turnos organizados para cubrir las 24 horas diarias, salvo los domingos, cuando el local cerraba entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana. El local se quedaba con el 60% de lo que pagaban los clientes; el resto era para los muchachos, más las propinas”, señala el autor.

El texto acota que las tarifas iban de 80 a 120 dólares, dependiendo del tipo del “servicio”. “Los taxi-boys trabajaban 8 horas y tenían al menos dos relaciones sexuales por día”, agrega.

El actual productor Luciano Garbellano definía el local de “Spartacus” como “el palacio del placer homosexual”. Según refiere el libro, en la entrada principal por la calle Agüero –donde funcionaba la recepción–, se encontraba la primera de las video filmadoras ocultas para filmar a los clientes del poder judicial, político, empresario y periodístico.

“Garbellano le confesó a Paz que había instalado las cámaras con ayuda de la gente de los servicios”, acota el material publicado por Editorial Z.

Las restantes filmadoras estaban en las habitaciones VIP, ocultas en los soportes de los televisores suspendidos de las paredes que exhibían películas pornográficas. “En el segundo piso había un bar con mesas y sillones por donde desfilaban los taxi-boys, vestidos con túnica y slip, a fin de ser seleccionados por los clientes. Y en el tercero vivía Garbellano”, expresa el texto.

La época de oro de “Spartacus” se interrumpió el 9 de marzo de 1998. La obra escrita por Santoro expresa que el dueño del local, Soldano, recibió un alerta telefónico de uno de sus contactos, enrojeció y comenzó a gritar a los taxi-boys para que salieran del edificio.

En la ocasión, llegaron policías de la División de Moralidad de la Policía Federal. “Bajaron en tres tandas, incluso ‘un menor de edad’ –relata el texto–. Pero fueron interceptados por efectivos policiales que los llevaron al Departamento Central de Policía, donde les prometieron que si declaraban la verdad no se lo dirían a los Soldano”.

Finalmente, salieron en libertad. Los detenidos le dijeron a los hermanos Soldano que el procedimiento policial se hizo “porque no habían podido arreglar” con el juez de turno.

Según la investigación, Soldano contaba con una protección policial que iba más allá de la simple violación del secreto de la declaración testimonial de un asustado taxi-boy –en este caso, Paz– quien había declarado.

En la declaración, Paz testimonió que “’Garbellano solía colocarle dinero en el maletín a Oyarbide’ o bien decía ‘tengo que llevarle el sobre a Norberto’. Le ‘daba un promedio de 10.000 a 15 mil dólares al juez’ por mes, un total aproximado de 420 mil dólares’ en casi tres años”, consta la investigación.

Meses más tarde, se supo que el juez que “le daba protección” a los negocios de Garbellano era Oyarbide, para que “la policía no lo molestara”.

Según la investigación del periodista argentino, en mayo de 1997 el comisario de la Seccional 2ª, Daniel Mancini, advirtió al juez que “tenía datos puntuales acerca de que Luciano tenía costumbre de concurrir a sitios denominados vulgarmente saunas, donde se ejerce el comercio sexual, y diciendo ser su sobrino, con un inmenso aval de la Policía Federal, los extorsionaba obteniendo sumas de dinero”.

Esa advertencia valió para que Oyarbide se comunique con Garbellano y le digan secamente: “No me llames nunca más”.

En una declaración policial, Garbellano admitió su actividad al frente del prostíbulo “Spartacus” y dio a conocer un video en el que se observaba al juez en el segundo piso del local, junto a un joven vestido de romano llevándolo a las dependencias del prostíbulo.

El juez Oyarbide, por su parte, señaló que Garbellano intentó extorsionarlo.

El mánager y productor de la vedette argentina Moria Casán afirmó iniciar negocios con la artista argentina en Paraguay, que incluye una escuela de arte y una agencia de modelos.

El argentino quedó en libertad este miércoles, tras un “careo” mantenido junto al asistente personal de Casán, Aldo Alexis “Galo” Soto, y el denunciante por la desaparición de costosas joyas, Juan Armando Benítez.

Tras el “careo”, la fiscala de Luque Celeste Campos Ross se retiró llorando, luego de ofensas de parte del mánager de la vedette. Tanto él como el asistente “Galo” Sotto fueron liberados de la causa por la desaparición de las joyas que Casán usó en Asunción el pasado viernes 27 de julio en el “Mega Fashion Show”, realizado en el Centro de Convenciones de la Conmebol.

El representante convencional del joyero Armando Benítez, Abog. Carlos Rodríguez, hizo hincapié en que el juez de Luque, Alberto Sosa, nunca “puso en su lugar” a Garbellano durante el “careo” en el que insultó a la fiscala Campos Ross. Posteriormente, el argentino acotó que denunciará a la fiscala ante el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Por su parte, la fiscala aclaró que también demandará judicialmente.

El productor –quien también fue pareja de Moria Casán y de su compatriota Nazarena Vélez– refirió que la fiscala Campos Ross mantiene un vínculo con la contraparte; y acotó que tiene preparados “un conchero y las plumas” para la agente del Ministerio Público, “quien actúa mejor de vedette que de fiscala”. Finalmente, aseguró ante la prensa que hay que “rever todo el sistema judicial paraguayo”.

 

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