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"No sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de otros intereses políticos y personales", puntualizó el Sumo pontífice al responder a la tercera pregunta hecha María Ester Leiva, de la Coordinadora de Trabajadores Campesinos y Urbanos y de la Coordinadora de Organizaciones Campesinas e Indígenas del Paraguay al referirse a la inclusión social de los pobres.
Prosiguió diciendo que "las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo". Recordó que las mismas durante el siglo pasado derivaron en las dictaduras que "piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo. Todo por el pueblo, pero nada con el pueblo, eso es una ideología".
Recordó que para buscar efectivamente el bien de los pobres, hay que priorizar tenerlos como personas "Una valoración real exige aprender de los pobres que tienen mucho que enseñarnos en humanidad, sacrificios y solidaridad. En ellos tenemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza", acotó.
Respeto a los pobres. En cierto momento, pidió empatía respecto a la situación que atraviesa una persona en situación de pobreza "Además de desear que alguien me ayude si estoy en ese lugar, tengo el derecho de ser respetado. Respetar al pobre, no usar al pobre para lavar nuestras culpas".
Instó a reflexionar sobre el gesto de la limosna: "Me gusta preguntarle a alguien cuando confieso: '¿Usted ayuda a la gente? Y, cuando ayuda, ¿le toca la mano a la gente o le tira la moneda así? (hace un gesto). Cuando usted da esa limosna, ¿lo mira a los ojos o mira a otro lado? Eso es despreciar al pobre, que es uno como yo. Si es como yo, yo podría estar en ese lugar y si estoy en ese lugar querría que me ayuden", sentenció.