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"La señora (Diana) de mi hijo estaba de cumpleaños esa noche, el 31 de julio, por eso la familia se quedó a dormir acá en Trinidad y a la mañana fueron al súper cinco mujeres: mis hermanas Angélica, Carolina y su hija Soledad; Diana y su hija Melany, solo a buscar las cosas para el almuerzo. Angélica (sobreviviente) dijo que ya hicieron todas las compras, tenían el carrito lleno y estaban a punto de salir, cuando ocurrió el desastre", relataba Dionisia Roa sobre la fatal mañana del 1 de agosto de 2004.
Antonia Carolina Roa tenía 36 años, era psicóloga y tenía mucha sensibilidad por los sectores desfavorecidos, como las poblaciones de la zona de los bañados. Además, formaba parte de muchas articulaciones en todo el Paraguay, defendiendo los derechos de la mujer, y emprendía varias otras actividades.
"Abrió un comedor para los pescadores; tenía planes para su hija, cómo iba a ser más adelante. Quería tener una linda casa y viajar; fue a varios países y decía que cuando sea viejita ella iba a estar sentada en algún aeropuerto, con una valija a su lado para viajar", mencionaba Dionisia.
El principal rasgo que Carolina dejó grabado en el corazón de sus familiares fue su manera de reír y su alegría. "Algo que se extraña mucho de ella es su risa. Cuando Carolina comenzaba a reír de seguro era por algún disparate se le había ocurrido. Para ella todo era gracioso, nunca estaba con mala onda, de repente quizás el sogüetismo le ponía un poco nerviosa, pero solo eso...", confesaba su sobrino Fabián Gamarra.
Ella atesoraba muchos planes para el futuro y por eso trabajaba tanto. Según sus familiares, invertía mucho dinero en cuestiones de belleza, era muy exquisita y coqueta, quería artículos de primera calidad y se cuidaba porque no quería engordar. Como la mujer vivaz que fue, apreciaba la música: tomó clases de baile por un tiempo y le gustaba mucho el grupo ‘Los Nocheros’.
"Era nuestra Luz, ella (su muerte) nos destruyó mucho más porque era muy mimada", expresaba con notable melancolía su tía. Mara Soledad tenía nueve años cuando tuvo que partir. Toda su familia estaba constantemente pendiente de ella porque era la primera sobrina de la casa, mientras que el resto eran varones; además de que no tenía papá.
"Mi hermano en su camioneta le buscaba para llevarle a la escuela y ella no le hablaba cuando estaba pirevai (de mal humor), o le decía con su cara de enojada: 'Me retó ya otra vez mamá'. A todos les pedía socorro, a veces me llamaba porque quería que yo vaya a dormir con ella y me decía: ‘Hola, ¿vas a venir a dormir?’ —’No, yo no puedo’, le decía y ¡Pas! Me cortaba. Y yo le llamo otra vez y le digo: ‘Soledad, ¿por qué me cortaste?’. Y me preguntaba: ‘¿vas a venir a dormir?’ —’Y no puedo, yo...’¡Pas! Me cortaba otra vez”, rememoraba Dionisia.
La señora Dionisia se enteró del incendio a través del televisor a las 11:20 y después le avisaron que cinco mujeres de la familia se fueron de compras a ese supermercado. Cuando llegó a la casa en Trinidad le informaron que su hermana Angélica y su sobrina Soledad ya se encontraban en el hospital —porque pensaban que Soledad salió también— entretanto le comunicaron que Carolina, Diana y Melany estaban desaparecidas.
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"Pero cuando Angélica pudo hablar dijo que era una niña a la que ella le agarró nomás de la mano para salir, pero que no era mi sobrina", manifestó. Esa tarde supieron que Carolina y Melany se encontraban en el Tropic Club, donde los bomberos iban trasladando el cuerpo de las víctimas. Diana estaba en el hospital; pero al día siguiente también falleció.
"No sé qué fue peor: encontrarles y saber que fallecieron o quedarme con la angustia de no saber en dónde está o qué le pasó a mi sobrina, porque esperar diez días para que aparezca, fue terrible. En algunos momentos parecía que alguien iba a golpear la mano y a decirte: 'Le encontramos a Soledad'. Le buscamos por varios lugares y no había respuesta", confesó su tía con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada.
A los diez días se halló el cuerpo de Mara Soledad y lo pudieron reconocer al instante porque no estaba calcinada sino que su deceso fue por asfixia, según mencionó su tía.
Esta entrevista inédita a Dionisia Roa y Fabián Gamarra fue hecha en noviembre de 2012, a seis años del incendio, en busca de recabar información sobre los perfiles de las personas que perdieron la vida en esta tragedia, puesto en varias ocasiones son mencionadas solo como una cifra fría, mientras que cada persona era un cúmulo de historias y sentimientos que se perdieron en la fatídica fecha.
El incendio del Supermercado Ycuá Bolaños se cobró más de 400 víctimas, mientras otras 477 personas quedaron con lesiones o con quemaduras. Además, más de 200 niños quedaron huérfanos.
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Las llamas se extendieron desde el patio de comidas, tras una explosión aproximadamente a las 11:20 de ese domingo. Lo más llamativo es que desde las primeras informaciones emitidas esa tarde se mencionaba que alguien había ordenado que cierren las puertas “para que nadie se vaya sin pagar”.
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Una tristeza e impotencia generalizadas invadieron el país, un pesar sin precedentes en toda la población, que desde entonces empezó a cuestionar las infraestructuras de los edificios y la preparación de los locales públicos ante el riesgo de un siniestro de grandes magnitudes.
Los familiares de las víctimas lucharon incansablemente en busca de justicia, a pesar de que no existía condena capaz de paliar el dolor que dejaba en sus vidas la pérdida de un ser querido o de varios miembros de la familia.