El drama del Pilcomayo

Montañas y montañas de arena: así define una pobladora de la colonia Margariño, Boquerón, la actual situación por la que atraviesa el canal paraguayo del río Pilcomayo. Los lugareños están desesperados porque el río es su única fuente de trabajo.

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Desde Pozo Hondo hasta General Díaz, el canal del río Pilcomayo -frontera natural con Argentina- está completamente taponado de arena. Esto se debe, según explican, a la falta de trabajos apropiados por parte de la Comisión Nacional Río Pilcomayo, que existe con el único fin de mantener limpio el cauce del río que se encuentra en una zona problemática en la que cuando no hay sequía hay inundaciones.

Por este motivo, los pequeños productores de la zona, en su mayoría ganaderos, insisten en que los trabajos deben ser preventivos. "Lo que necesitamos es que se hagan trabajos preventivos, porque cuando viene la inundación no se puede trabajar. Hay que hacer antes, con tiempo", dijo Feliciano Lovera a un equipo de ABC Color que visitó la colonia Margariño, ubicada en zona ribereña del departamento de Boquerón, una de las más golpeadas por la sequía.

Agregó que lo ideal sería que los trabajos encarados por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) se inicien en mayo para que en épocas de inundaciones, que generalmente comienzan en octubre, el canal esté limpio y el agua pueda correr sin inundar las poblaciones aledañas.

Por su parte, Nirma Servín, otra pequeña productora de la zona, acusó directamente a Daniel Garay, director de la Comisión Pilcomayo, de ser el responsable de la falta de trabajos. Desmintió al titular de dicha dependencia del MOPC, quien había asegurado que el agua ya va ingresando al lado paraguayo. Aseguró que actualmente ninguna máquina funciona.

Al ser consultado al respecto, Garay admitió la avería de las máquinas que suelen trabajar en la zona. Justificó que una de ellas se encuentre en una estancia denominada "Las Mellizas", cuya propietaria tendría un vínculo directo con el ministro Ramón Jiménez Gaona, según los lugareños. A este respecto, el director sostuvo que los trabajos deben realizarse en el lugar, ya que las aguas del río atraviesan dicha estancia.

Esta vez, sin embargo, reconoció que actualmente -y desde hace aproximadamente 15 días- los trabajos quedaron varados y deslindó responsabilidades al decir que el problema de las aguas del río Pilcomayo es una situación que se repite todos los años y que se agravó, dado que el agua proveniente de Bolivia escasea.

Indicó que trabajan en un proyecto por el que buscarán almacenar el agua, para que a través de compuertas se pueda mantener un flujo mínimo de agua. Habló además de una licitación que se encuentra en proceso para que empresas tercerizadas trabajen este año antes de las inundaciones previstas para diciembre y enero.

La realidad actual es que grandes tramos del río están secos y tanto la fauna ictícola como los trabajadores de la zona se ven seriamente afectados debido a esta situación.

No sólo el ganado, sino también la agricultura no pueden desarrollarse correctamente, afectando a los más vulnerables: los pobladores que, en su mayoría son de escasos recursos, además de grupos de indígenas que generalmente son contratados para la siembra y cosecha de cebolla, chía, sorgo, algodón, avena, maíz y sésamo. Sólo el año pasado fueron contratados 300 nativos para los trabajos, además de los pobladores de Margariño. Pero este año, hubo un importante recorte en el número del personal contratado.

Se trata simplemente de mantener limpio el canal para que las aguas puedan volver a su curso natural y que no solo beneficien al lado argentino, cuyas autoridades realizan en tiempo y forma los trabajos requeridos y no necesitan esgrimir argumentos engañosos a la hora de justificar la evidente sequía que experimenta el recurso natural en esta zona.

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