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Se trata del hecho de robar y utilizar un arma de fuego o cualquier otro tipo de arma o instrumento que ponga en peligro la vida de un tercero. La pena privativa de libertad que prevé el Código penal para este hecho es de entre 5 a 15 años.
El 44 por ciento de las 9.413 personas privadas de libertad actualmente están tras las rejas por robo agravado según datos parciales del Censo Penitenciario Nacional.
El marcador del robo agravado es seguido por los delitos de robo con 13 por ciento y hurto, también con 13 por ciento. Sumados al robo agravado, estos delitos representan el 70 por ciento de todos los cometidos.
Si se suma la cantidad de personas que están por delitos de robo, robo agravado y reducción, estamos hablando de 3.540 personas.
Actualmente el Ministerio de Justicia se plantea llevar adelante una reforma penitenciaria, y este censo forma parte del inicio, pues los datos servirán para saber qué y cómo se debe trabajar.
La ministra Sheila Abed explicó a ABC Color que se debe apuntar a una reforma integral que debe apuntar a la prevención, sobre todo atendiendo a que cada vez más personas jóvenes están siendo encerradas.
“Tenemos una población muy joven. Si es que no hacemos esa política de prevención que incluya todos estos ejes, habilidades de trabajo, oportunidades laborales, educación, espacios de recreación, de deportes, de cultura, en realidad no estamos hablando de modelos preventivos. Esa es la preocupación que tengo hoy como ministra de Justicia, porque me estoy dando cuenta de que estamos fallando, el sistema está fallando”, dijo Abed.
Es necesario crear opciones que eviten que los jóvenes ingresen al medio delincuencial, por eso debe ser una reforma integral en la que trabajen varias instituciones del Estado, no solamente el Ministerio de Justicia.
Esta reforma es urgente y es un desafío, porque está aumentando el índice de personas privadas de libertad, así como la sensación de inseguridad para la ciudadanía. De lo contrario, se usan las cárceles como modelos de control social y eso no debería ser así.
“Esto es lamentable de decirlo pero es cierto, las cárceles se convierten en modelos de control social -lo que yo no puedo controlar afuera meto adentro-, y eso no es lo que deberíamos estar haciendo”, afirmó.