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Miembros de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos acercaron esta mañana un petitorio a uno de los líderes del EPP, Alcides Oviedo, recluido actualmente en la Agrupación Especializada, para que actúe de mediador en la liberación del joven Arlan Fick, secuestrado desde hace 48 días por el grupo criminal.
La respuesta de Oviedo no se hizo esperar: por medio de una carta de puño y letra afirmó que no accederá a la solicitud de la organización encabezada por Nils Candia.
En el escrito plantea la excarcelación de los criminales que se encuentran detenidos, como muestra de “humanitarismo”.
A pesar de la aparente buena intención de la solicitud del organismo no gubernamental, la ciudadanía cuestionó principalmente a través de las redes sociales el intento de negociar con el EPP, grupo criminal responsable de secuestros y asesinatos tanto de civiles como de policías y militares.
Se trata de “un intento fracasado de unos personajes que son tan criminales como el EPP mismo”, expresaba un lector de nombre Alcides Maidana.
A criterio de Rodrigo Almada, “no se trata de algo más que un acto oportunista, teniendo en cuenta que en todo ese tiempo los sectores de izquierda como de derechos humanos brillaron por su ausencia”.
A su turno, Gregorio Martínez sugirió que el Congreso presente “una ley que elimine a grupos de este tipo que defienden a asesinos, pero ni hablan sobre la vida de Arlan Fick”.
En la opinión de Pablo Fretes, “la única intención de estos defensores de DD.HH. es darle la oportunidad al EPP para hacer conocer su condición y el precio que exigen para liberarle a Arlan”.
Los lectores también recordaron que la familia entregó dinero y víveres para comunidades pobres a cambio de la libertad del menor; sin embargo, la liberación no se hizo efectiva hasta hoy.
“No cumplieron su parte en primera instancia y ahora ¿esperan que con una notita cumplan? ¿Por qué ahora se mueve esa comisión y no se movió antes desde el primer día de secuestro? Foto para la prensa se llama esto; si van a hacer algo que exijan la liberación, no la mediación”, refería el lector Raúl Vega.
Édgar Fornerón sostuvo “que la gente de derechos humanos no tiene el más mínimo conocimiento de sus funciones”.