La carta de una mula de drogas

Fabio Osorio (25), paraguayo, fue mula de drogas. Lo atraparon en Hong Kong, y lo condenaron a prisión. Su historia se hizo conocida cuando pidió cumplir su condena en Paraguay. "Un error no dicta la naturaleza de un ser humano", dice en una carta.

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Recluido en la prisión de Stanley desde el 2014, Fabio paga una condena de 16 años y 8 meses. Y, al igual que otros paraguayos privados de su libertad en esta región administrativa especial de China solo tiene un anhelo: ser trasferido a una cárcel paraguaya para terminar de cumplir su condena en la tierra que lo vio nacer. Para lograrlo, recurrió varias veces a la representación diplomática paraguaya en Japón, que a unos 3 mil km de distancia es la más próxima a Hong Kong, ya que Paraguay y China no tienen relaciones diplomáticas. Casi en las antípodas, su mamá, Celestina Ozorio pelea la misma batalla, hasta ahora sin éxito.

En julio de este año Fabio escribió desde la cárcel de Stanley una carta al diario ABC narrando detallando avatares y gestiones emprendidas para lograr su traslado a una cárcel paraguaya. Debajo de ese artículo, los lectores dejaron sus comentarios: "El crimen siempre se paga, ya es tarde el lamento"; "No sé porqué no pensó antes de hacer semejante barbaridad, si le hubiera salido bien el juego lo volvería a hacer, pero como le salió mal, se siente arrepentido. Qué puta, hay gente rompiéndose el lomo para sobrevivir dignamente"; "Acá no queremos basura, gracias"; "El narcotráfico es un crimen muy grave. La condena es merecida, que se quede y aprenda"... dicen algunos de los mensajes.

Resulta que Fabio pudo leer estos comentarios y sintió que debía responder también a quienes lo criticaban. Por eso, el 25 de octubre escribió una "carta abierta a la ciudadanía paraguaya", que llegó ayer al diario ABC y de la cual extraemos los párrafos más significativos:

"No es mi intención justificar mis acciones, ni buscar ningún tipo de absolución moral ante ustedes, todo lo contrario, soy consciente de mis equivocaciones y a su vez estoy luchando por resarcirlas y poder comenzar de nuevo. La razón la que redacto esta misiva es para que comprendan que un error no dicta la naturaleza de un ser humano ni es motivo para que una persona no pueda tener derecho a una segunda oportunidad en la vida".

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Como todo buen paraguayo me he caracterizado por ser alegre y trabajador y nunca antes me había visto implicado en lo referente a la ilegalidad, sino por el contrario sé lo que es ganarme el pan de cada día con el sudor de mi frente, trabajando honradamente y servir de ejemplo para los demás. Lamentablemente la vida puede dar giros inesperados, los cuales no podemos entender y nos colocan en situaciones extremas de angustia y desesperación que nos obligan, ya sea por necesidad o por temor a tomar decisiones que nos terminan llevando a vivir experiencias que jamás nos hubiéramos imaginado.

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La vida puede ser muchas veces injusta e inecuánime dándonos aquello que no merecemos. Esto sumado a muchas falencias palpables en la sociedad latinoamericana, nos lleva a que, en tales situaciones recurramos a alternativas que van a veces en contra de la ética para poder cambiar o al menos mejorar nuestras condiciones existenciales y así obtener algo de bienestar, no tanto para nosotros mismos, sino más bien para aquellos que amamos y que representan todo en nuestro vivir, muy a pesar de que en el camino y siendo plenamente consciente de lo que hacemos podemos llegar a decepcionarlos y muy posiblemente también ganarnos su repudio y desprecio, tal como me han hecho experimentar muchos compatriotas, quienes tristemente, en vez de poner por tan solo un minuto en mi lugar y tratar de comprender por lo que pude haber pasado para encontrarme donde estoy, han levantado su dedo para señalarme y juzgarme, pero solo Dios sabe porqué lo he hecho.

Reitero una vez más: no es mi intención excusarme ante ustedes, ni quizá presentarme como una víctima, pero sí desearía que entiendan que no he llevado un vivir fácil ni ha sido fácil estar donde estoy".

Fabio es uno de los al menos ocho presos paraguayos en cárceles de Hong Kong por tráfico de drogas. Todos ellos conocieron y recibieron asistencia del sacerdote australiano John Wotherspoon, capellán penitenciario. En enero de este año Wotherspoon hizo una gira por países sudamericanos con un doble propósito: traer y llevar mensajes de presos a sus familiares y difundir su campaña “No más mulas, que busca evitar que más gente caiga en las redes de traficantes y tratantes de personas.

“Los peces gordos no caen. Hacen un gran mal, y si hay un infierno, es el lugar al que irán para siempre”, dijo el sacerdote en la redacción de ABC Color el 13 de enero, convencido de que cuanta más gente conozca los riesgos de ser mula y entienda que un camino que se presenta tentador y hasta fácil puede significar una desgracia, más familias se librarán un destino terrible y doloroso.

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