Cáncer que salpica a la Iglesia

Las denuncias por acoso y abuso sexual en el seno de la Iglesia Católica se fueron multiplicando en los últimos años. Las autoridades eclesiales poco hacen para castigar estos delitos, y la justicia civil contadas veces resuelve este tipo de cuestiones.

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El caso de Silvestre Olmedo, quien reconoció haber acosado a una joven de la parroquia de Limpio al tocarle sus pechos, es solo uno más de los que surgieron en el seno de la Iglesia Católica paraguaya, donde muchas veces, como todo el mundo, este tipo de deslices se trata de ocultar. Inclusive en el caso del Olmedo se llegó a insinuar que los medios de comunicación tuvieron la culpa de la difusión de este caso, y casi no mencionaron la valentía de Alexandra Torres en hacer la denuncia formal contra el cura de Limpio, ahora separado del cargo.

A Silvestre Olmedo se le impuso como “castigo” rezar mientras dure la investigación canónica. Sin embargo, Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción, ya adelantó que para él la cuestión no es grave. Además, agregó que para él este caso de acoso es una “piedrita” comparado a un caso de abuso de menores, que es una “montaña”. Existe otra denuncia penal en la fiscalía, que investiga el caso.

Valenzuela, quien fue nombrado arzobispo de Asunción en noviembre de 2014, sucedió a Pastor Cuquejo, una persona que fue acusada por el fallecido Rogelio Livieres de homosexual en un escándalo sin precedentes en el seno del catolicismo paraguayo. A su vez, Livieres fue echado de la diócesis de Alto Paraná por un supuesto blindaje al argentino Carlos Urrutigoity, un presunto abusador de menores y abusador sexual. Este caso también tuvo repercusión internacional en 2014.

Un caso en que hubo resolución de parte de la justicia civil fue el del sacerdote católico Estanislao Arévalos Pedrozo, condenado a seis años de cárcel al ser encontrado culpable del abuso sexual de dos niños que asistían al catecismo en la parroquia Espíritu Santo de San Vicente, Asunción.

Durante el juicio, las fiscalas Clara Ruiz y Cinthia Espínola comprobaron que el cura abusó en reiteradas ocasiones de sus víctimas en el año 2013, cuando los menores –de 12 y 13 años en aquel entonces– eran monaguillos y asistían a las clases de catecismo de la parroquia Divino Espíritu de San Vicente, Asunción.

Los sacerdotes Francisco Javier Bareiro y Gustavo Ovelar fueron imputados en julio pasado por los delitos de coacción sexual y tentativa de coacción en perjuicio de siete jóvenes de Paso Yobái. Según las denuncias, los hechos se registraron en 2012.

Bareiro y Ovelar pertenecen a la congregación Oblatos de María Inmaculada y fueron denunciados en 2014 por un grupo de seis jóvenes por acoso y abuso sexual. Según las acusaciones, los hechos ocurrieron entre los años 2011 y 2013, cuando las víctimas tenían entre 16 y 21 años de edad.

El periodista de ABC Color Aníbal Velázquez realizó un recuento de los casos más recientes que generaron conflictos dentro del catolicismo local.

PRESBÍTERO JUAN ANDRÉS LÓPEZ. En noviembre de 2000, el sacerdote encargado de la parroquia San Antonio de Padua del barrio Remansito de Ciudad del Este fue acusado de violar a un menor de 11 años. El menor fue inspeccionado por el forense del Ministerio Público Abilio Obregón, y el resultado dio positivo. En octubre del 2003, en juicio oral y público, el religioso fue condenado a 8 años de prisión, auque salió en libertad mediante medidas sustitutivas.

PRESBÍTERO TEOBALDO VELÁZQUEZ. El sacerdote salesiano fue denunciado ante la fiscalía de Concepción por un supuesto hecho de acoso sexual del que fue víctima un menor de 12 años de edad, alumno del colegio Don Bosco, donde el religioso se desempeñaba como director. El hecho habría ocurrido el 7 de julio del 2001. El niño acompañó al sacerdote a un viaje al Chaco, y a la vuelta, en horas de la noche, en vez de llevar al niño a su casa, lo habría llevado a su habitación, donde supuestamente intentó abusar sexualmente de él. El religioso fue llevado a juicio, y el 23 de octubre de 2003 fue absuelto de culpa y pena debido a falta de pruebas incriminatorias.

MONS. JORGE LIVIERES BANKS. El 11 de diciembre del 2002, un grupo de jóvenes de Encarnación denunció al entonces obispo de la diócesis, Mons. Jorge Livieres Banks, por abuso sexual, cuando estos aún eran menores. La denuncia fue rechazada por la fiscalía y el obispo encarnaceno entabló una demanda por difamación y calumnia contra los denunciantes. Existe un documento firmado supuestamente por el religioso en el que consta que entregó dinero a cambio del silencio de los jóvenes. El obispo negó que la firma sea suya y el caso quedó estancado en la fiscalía de Encarnación. En julio del 2003, el Vaticano le comunicó a Livieres la aceptación de su renuncia y dejó el obispado encarnaceno un año ante de cumplir los 75 años.

PRESBÍTERO HERMINIO ABEL CASCO. El 16 de julio del 2003, el sacerdote Herminio Abel Casco, encargado de la parroquia Virgen de Fátima del barrio Obrero de Pedro Juan Caballero, fue denunciado por coacción sexual ante la Fiscalía. La denuncia fue formulada por el padre de una menor de 14 años. Según declaró el padre de la supuesta víctima, el religioso bajo promesas varias condujo a la menor hasta un motel ubicado en las afueras de Ponta Porã, Brasil, donde supuestamente abusó sexualmente de ella. El sacerdote fue imputado por coacción y estupro, y el caso duerme en tribunales; se ordenó su reclusión domiciliaria en la casa de los salesianoaa de Ypacaraí.

PRESBÍTERO ESTANISLAO ARÉVALOS. El 1 de diciembre de 2014 fue presentada la denuncia contra el religioso perteneciente a la congregación de los Redentoristas, por supuestamente abusar de dos menores de edad en una parroquia de la capital. La fiscala Viviana Patricia Riveros es quien investiga una denuncia realizada por los padres de los menores que supuestamente fueron víctimas de abuso. Su caso irá a juicio en los próximos días. Arévalos atendía una capilla ubicada sobre la calle Teniente Rojas casi Teniente Raúl Buzarquis Real, de Asunción.

PRESBÍTERO CARLOS RICHARD IBÁÑEZ. El 22 de abril de 2016, ABC Color inició publicaciones acerca del sacerdote argentino Carlos Richard Ibáñez, acusado de abuso sexual de menores en su país. El sacerdote fue detenido en Paraguay en 1997 por la Interpol. Según su expediente, fue acusado de haber mantenido “relaciones homosexuales con varios menores, algunos de los cuales se habrían contagiado de sífilis”. Los hechos se registraron en la diócesis de Villa María, Córdoba. Vino al Paraguay y estuvo aquí con una identidad falsa, hasta que fue capturado por la policía. La justicia rechazó su extradición “por defecto de forma”. Sin embargo, seguía ejerciendo su ministerio. Actualmente, una comisión designada por el arzobispo de Asuncióninvestiga si el religioso cometió delitos aquí en Paraguay.

PRESBÍTERO GENARO ORONA. Este cura admitió que se manoseó con un seminarista y relacionó el hecho con un estado de angustia. La situación ocurrió en octubre de 2011, cuando el sacerdote tuvo un “encuentro fortuito” con un seminarista. En aquella ocasión, el cura recibió al estudiante de teología, con quien se abrazó y se tocaron “de la cintura para abajo”. Orona tuvo que hacer un test psicológico y le recomendaron “perfil bajo”. No obra ninguna denuncia en su contra, pero no ejerce el sacerdocio a la espera de un obispo que requiera de su servicio.

PRESBITERO GUMERCINO CAPUTO. El arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, denunció ante la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General del Estado el pasado 2 de mayo de 2016 al sacerdote Gumercindo Caputo Segovia (53 años), por presunto abuso sexual de menores. El cura ocupó importantes cargos en la Iglesia, incluso llegó a representar al clero paraguayo en la V Conferencia del Episcopado en Aparecida, Brasil. De acuerdo con los antecedentes, el sacerdote habría abusado de dos menores en Villa Elisa, donde el religioso estuvo como párroco. En estas denuncias apareció como relator de los testimonios el sacerdote boliviano Lucas Brítez, quien relativizó el orden del sacerdocio para lanzarse a la política y fue electo intendente, luego condenado por corrupción, aunque, según él, fue sobreseído; aun así, se refugió en Paraguay. En su defensa, Caputo dijo que la acusación en su contra es en represalia al cuestionamiento al pasado del boliviano.

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