Cargando...
La cuestión se había convertido en una rutina diaria. Todos los días, a la misma hora y básicamente con el mismo equipo, efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) recorrían un camino vecinal de la zona de Arroyito, una compañía de Horqueta (departamento de Concepción) cuya distritación fue aprobada hace apenas un par de días por la Cámara de Diputados.
El paso cotidiano de los efectivos era, en teoría, realizar patrullas de control en una zona despoblada y que es considerada como de influencia del grupo criminal EPP, banda que aterroriza a la zona norte de la Región Oriental desde hace ya casi dos décadas. Sin embargo, la rutina había permitido que aquellos a los que debían perseguir pudieran controlar a los militares y establecer su hoja de ruta diaria, una situación que fue finalmente utilizada por el grupo criminal la mañana de este sábado.
Habían pasado pocos minutos de las 09:00 cuando la patrulla cumplía con su rutina. En uno de los puntos más despoblados, un artefacto explosivo había sido ubicado en pleno camino vecinal y, cuando el vehículo militar pasaba por allí, lo hicieron detonar. El vehículo, con el habitáculo destruido como consecuencia de la explosión, detuvo su marcha. Varios de los siete u ocho ocupantes ya habían perdido la vida o quedaron gravemente heridos; sin embargo, los criminales querían asegurar la mayor cantidad posible de bajas y abrieron fuego contra el vehículo.
Una vez que consiguieron acabar con la vida de cinco de los ocupantes y dejar gravemente heridos a otros dos, los criminales se acercaron y despojaron a todos los militares de sus armas largas, que utilizarán probablemente para otros golpes. Dos cuerpos quedaron tirados a un costado del camino, del lado del acompañante. Otros quedaron en el interior del vehículo.
Según confirmó a ABC Cardinal el propio ministro del Interior, Francisco de Vargas, cinco efectivos militares perdieron la vida y dos quedaron gravemente heridos durante este nuevo ataque del grupo criminal. Un clima de tensión quedó impregnado en el ambiente. El nerviosismo era tal entre los compañeros de los fallecidos que varios temblaban al momento de estrechar la mano para saludar a quienes llegaban a la zona.