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Según el Lic. Víctor Caballero Álvarez, explicando de una manera sencilla es una forma leve de autismo.
Si a usted le llama la atención que su hijo, desde muy pequeño, está constantemente irritable, intolerante y hace berrinches más de la cuenta, probablemente, se encuentre ante un caso de síndrome de Asperger. Este trastorno es muy poco conocido y, generalmente, pasa inadvertido, sobre todo, en los ambientes escolares.
El síndrome de Asperger forma parte de un grupo de afecciones del espectro autista. “El cuadro fantasma, lo llaman, porque hay muchos casos que pasan inadvertidos, sobre todo, en los ambientes escolares”, explica el Lic. Víctor Caballero Álvarez, sicólogo especializado en neurosicología, y director de la Clínica del Aprendizaje y la Conducta. Este trastorno debe su nombre al austriaco Hans Asperger, el primer siquiatra y pediatra que observó esas conductas en los niños hacia 1945.
“Dicho de una manera sencilla, es un estilo leve de autismo”, detalla. Sin embargo, estos últimos son muy fáciles de diagnosticar desde temprano. Algunos indicadores de autismo son que el chico no realiza contacto visual, ni entabla una conversación ni socializa; uno le habla al oído, pero él no reacciona. En el caso de niños con ásperger, estos socializan un poquito más, aunque igual tienen algunas peculiaridades de conducta, intereses y relacionamiento.
Mundialmente, existe un índice de siete casos por cada 1000 habitantes. Extrapolando esa fórmula a nuestra población actual, tenemos en nuestro país unos 35.000 casos, de los cuales, según las estadísticas del Ministerio de Salud, no están diagnosticados ni el 2 %. “Es decir que en muchas escuelas hay niños con ásperger que no reciben tratamiento. Se los ve como rebeldes, inadaptados, por lo cual sufren muchas frustraciones. Hay adolescentes de 2.° curso que ya fueron echados de cuatro colegios sin tratar la verdadera razón de ello”, indica el Lic. Caballero.
En cuanto a los intereses, los niños con ásperger se centran en muy pocas cosas y, generalmente, estas tienen que ver con la tecnología, electrónica, entretenimientos que impliquen muy poco contacto social. “Generalmente, no socializan en el recreo ni juegan con otros niños; más bien, tienden a aislarse”.
Los niños con ásperger son muy inteligentes, incluso superdotados —en matemáticas son una luz—, pero, como sufren déficit de atención, tienen dificultades en el aprendizaje. También tienen problemas en la motricidad, lo cual les afecta, por ejemplo, en la escritura; son despaciosos. Tampoco suelen destacarse en los deportes. “Desde pequeños también sobresalen por ser expertos en un tema; por ejemplo, los dinosaurios, y se vuelven conocedores de qué comen, cómo se reproducen, su especie, dónde viven. Otros niños eligen astronomía o tienen intereses artísticos, habilidades musicales, pero de una manera diferente al resto”. Al principio, los padres se alegran porque creen que su hijo es muy inteligente. En el lenguaje común se les llama nerds o ratones de biblioteca. Pero en un momento dado comienzan a verse marginados. “Muchas madres lo confunden con timidez o mal carácter, pero no se dan cuenta de que todas las características en conjunto forman parte del síndrome”.
Los niños con síndrome de Asperger también tienen una forma especial de comunicarse. Ante una pregunta hecha en broma, su respuesta es muy lógica, racional. Entonces empiezan los problemas de relacionamiento. Por su forma de ser, son objeto de bullying; no se les integra ni son invitados a participar en ningún equipo de campamento o proyecto.
El asperger no es hereditario y es un cuadro de predominio masculino. De cada cuatro diagnosticados, tres son varones. Todo lo que es relacionamiento y manifestaciones afectivas les cuesta. De ahí que el diagnóstico cuanto más temprano se realice, mejor. Los trastornos de desarrollo tienen tratamiento, pero no cura hasta ahora. Un niño que manifiesta síndrome de Asperger o autismo va a permanecer así hasta la vida adulta. Pero los tratamientos que existen permiten facilitar su relacionamiento. “Un niño con ásperger llega a adulto con muchas frustraciones; sufrió bullying, incluso terminará una carrera, hasta tendrá éxito. El problema es con el relacionamiento, que tiende a persistir casi toda la vida”.
El tratamiento es una combinación. En cuanto a aprendizaje, se trabaja con la sicopedagogía, para ir desarrollando aquellas habilidades que necesitan: atención, motricidad, lenguaje y razonamiento. En sicología clínica se les ayuda a sobrellevar las frustraciones de relacionamiento. Se les enseña habilidades de interacción, porque hasta la conversación más sencilla, sobre el estado del tiempo, les cuesta sobrellevar. Se limitan a una charla monosilábica.
El tratamiento dura, como mínimo, un año continuo. Cuanto más temprano se inicie, es menos prolongado, también. Por eso, el diagnóstico precoz es muy importante.