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“Ustedes ya cumplieron, ahora nosotros vamos a cumplir con ustedes. No se preocupen, tengan la seguridad”. Con esa frase, Osvaldo Villalba aseguraba a Diego Zavala que el grupo criminal autodenominado EPP cumpliría con el acuerdo al que habían llegado durante las negociaciones para el pago por el rescate de su hermano Fidel. Es lo que se oye claramente en uno de los videos que trascendieron la semana pasada.
La frase dicha por Villalba en realidad lo que hacía era reforzar una de las premisas que tiene el grupo delincuencial en su manual: cumplir con la liberación una vez recibido el pago. Y así ha sucedido en casi todos los casos, con la excepción de Cecilia Cubas; es decir, han estado usando un promedio de cinco días después del pago para liberar a las víctimas.
Ocurrió así en el caso Fidel Zavala, en el caso Lindstron y en el caso Debernardi.
En el caso Fidel, luego de más de tres meses en cautiverio, la familia Zavala pagó US$ 550.000 en concepto de rescate. La entrega del dinero se hizo desde una avioneta, según las imágenes captadas en un video por los mismos miembros del grupo criminal y que hace algunos días salieron a la luz. Zavala fue liberado cinco días después del pago del rescate por parte de su familia.
El autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo cumplía así con lo establecido por su “manual”.
Este material señala en una sección que se refiere al cobro del rescate: “Una vez cerrado el trato hay que proceder a cobrar. Traten de cobrar de una vez, deben ponerse duros. Con quien paga se cumple, sin vueltas, que entiendan eso...”. Un punto que habían cumplido en casi todos los secuestros que perpetraron.
También ocurrió así en el caso del secuestro de Luis Aníbal Lindstron, el exintendente de Tacuatí.
El hermano del hacendado, Amado Lindstron, relató que se había pagado un rescate de US$ 300.000. El pago se efectuó en el kilómetro 52 de la ruta V “Gral. Bernardino Caballero”, en jurisdicción de Tacuara.
Si bien las versiones se contradecían sobre el día exacto del pago, no pasaron más de cinco días antes de que Lindstron fuera liberado casi en el mismo lugar donde se realizó el pago. El ganadero pasó 43 días en cautiverio antes de ser liberado.
Así también, los secuestradores habían cumplido en el primer plagio que perpetraron: el de María Edith Bordón de Debernardi. La mujer había sido secuestrada en las inmediaciones del Parque Ñu Guasu, en octubre de 2001.
Luego de 64 días en cautiverio y tras el pago de US$ 1.000.000 por parte de sus familiares, la mujer fue liberada en la madrugada del 19 de enero de 2002 sobre la avenida Denis Roa.
Sus familiares confirmaban días antes que ya se había pagado el rescate. El pago se había realizado apenas cuatro días antes.
El único caso en que no cumplieron lo establecido por su propio manual fue el secuestro de Cecilia Cubas.
La joven había sido secuestrada el 21 de setiembre de 2004 por una célula del grupo criminal. Dos meses después, desesperados, sus padres hacían un llamado a los captores. Ellos habían cumplido con lo exigido y pagaron el rescate exigido por los criminales.
El expresidente Raúl Cubas Grau, padre de la víctima, relató que él mismo había pagado a los secuestradores en la ciudad de Coronel Oviedo entre el 12 y 13 de noviembre, después de haber recibido una prueba de vida.
Pasaron 148 días de su cautiverio. El caso de Cecilia Cubas tuvo el peor final: su cuerpo sin vida fue encontrado en una casa de la ciudad de Ñemby.
Luego de cuatro años, el grupo criminal volvió a perpetrar un secuestro.
La noche del 2 de abril, una célula del grupo liderada por Osvaldo Villalba llegó hasta el silo de la familia Fick Bremm en Azotey.
Balearon la puerta, irrumpieron en la casa y ordenaron al menor de los hijos de la familia, Arlan, que cargara sus cosas en una mochila porque iba a irse con ellos. Mientras se retiraban, los criminales anunciaron al padre del joven, Álcido, que debería pagar un rescate de unos US$ 500.000, pago que se cumpliría una semana después.
Una de las hermanas de Arlan Fick llevó el dinero, siguiendo instrucciones del EPP, hasta un camino vecinal de Azotey. Allí se encontró cara a cara con una de las secuestradores, en medio de dos tambores. La mujer le dijo a la hermana de Arlan que mirase los tambores, que en ellos había explosivos, y que si intentaba hacer algo contra sus órdenes, los haría explotar.
La hermana recibió una instrucción más: repartir a comunidades pobres la suma de US$ 50.000 en víveres en nombre del EPP.
Esta era la “multa” impuesta a la familia Fick Bremm porque en los medios de prensa trascendió que el grupo criminal asesinó al peón Isaac Arce, también el 2 de abril.
La familia Fick cumplió con todo lo exigido por el grupo, pero, a más de dos meses del pago del rescate, Arlan continúa en cautiverio.