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En la oportunidad, la Dra. Laura Mendoza, directora del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN), sostuvo que lo que se busca es brindar a la cosecha, mayor resistencia a insectos, malezas y enfermedades, también a desarrollar resistencia a los cambios climáticos, como las heladas y sequías, y por supuesto, generar mayor rendimiento.
Otro propósito es orientar al procesamiento y producción, es decir la modificación de aceites, ácidos grasos y proteínas; orientadas al consumidor en la calidad nutricional y a la mejora de algunos componentes, como la cafeína y alérgenos, y también como vehículo de vacunas.
Refirió que en el mundo existe un sinfín de alimentos genéticamente modificados, en unos 29 países aproximadamente, donde se adoptaron el uso de semillas transgénicas.
Paraguay cuenta con un organismo regulatorio para la aprobación de alimentos genéticamente modificados, denominado Conbio (Comisión Nacional de Bioseguridad, Agropecuaria y Forestal), donde, por medio de normas evalúa el uso de transgénicos, evaluando los efectos en el ser humano, plantas y el medio ambiente, como también la seguridad alimentaria, impacto del suelo y la conveniencia comercial.
Mendoza indicó que existe regulación de normativas internacionales sobre la inocuidad de alimentos genéticamente modificados. En diferentes países, todos tienen una ley para el proceso de aprobación de estos tipos de alimentos.
Paraguay se halla posicionado en el séptimo puesto como país que hace uso de un organismo genéticamente modificado, a través de la soja, liberado oficialmente para su comercialización. Un estudio hecho por Senave, en el 2010, evidenció que en 5 departamentos del país se obtuvieron resultados positivos con el uso de transgénicos, en un 31,5 por ciento.
Un organismo genéticamente modificado es cualquier organismo vivo que posea una combinación nueva de material genético, y que se haya mantenido en la aplicación de tecnología moderna.