Diego Abente, miembro del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya, de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, dice en su artículo “Estatalidad y calidad de la democracia en Paraguay” que la “baja calidad de la democracia es también función de la baja calidad del Estado”.
Para él, las causas de esta precariedad radican en “el impacto de la estructura socioeconómica y el clientelismo”, además de que los partidos políticos “no han tenido incentivos para mejorar la calidad de la democracia y han tratado de dilatar reformas institucionales”.
Abente pronostica una perspectiva política negativa, ya que “será difícil obtener una mejoría sustantiva en la calidad de la democracia, aun cuando los actores principales así se lo propongan”.
Por su parte, Luis Antonio Fretes, embajador de Paraguay en Portugal, destaca en su artículo sobre “La consolidación democrática en Paraguay”, la debilidad democrática de su país y lo justifica al señalar que “están presentes algunos factores reaccionarios del sistema anterior que neutralizan los avances y la consolidación” del actual.
Sin embargo, Fretes señala que puede alcanzarse estabilidad siempre que exista una “continuidad de los ajustes en las prácticas políticas, especialmente en lo que se refiere a la inclusión de los ciudadanos en la vida política”.
Estos artículos han sido publicados antes de que Fernando Lugo fuera destituido de la Presidencia de Paraguay por el Congreso, acusado de incompetencia en la resolución de un conflicto de ocupación de tierras en el que fallecieron diecisiete personas entre campesinos y policías, el pasado mes de junio.
Sin embargo, Luis Miguel Uharte, de la Universidad Nacional Autónoma de México, ya abría la posibilidad de un futuro político incierto para Paraguay.
En su artículo “El proceso de democratización paraguayo: avances y resistencias”, estimaba que en las próximas elecciones de 2013 está en juego “la continuidad del proyecto que actualmente lidera Lugo o el regreso del Partido Colorado”.
Esos comicios se presentan, según Liliana Duarte Recalde, del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, centrados en una “volatilidad” tanto de los votantes como de los partidos, según expresa en su análisis “Variaciones en el comportamiento electoral en Paraguay”.
Pese a este pesimismo ante la salud democrática de Paraguay, uno de los analistas, Diego Abente, aporta un aire optimista, al destacar que “algo se ha avanzado”, un progreso basado en “la drástica disminución del gasto militar”, un “notable aumento del gasto en educación y salud”, además de un “inicio de programas de combate a la pobreza”, la igualdad “social y de género”.
Recuerda que en 1995, el 30,3 por ciento de la población vivía bajo la línea de la pobreza, en 2002 era el 46 por ciento y el 43,7 por ciento en 2006, y en 2010 descendió al 34,7 por ciento.