Clamor fue por hombres nuevos

Monseñor Ricardo Valenzuela preside la misa en el interior de la basílica. La celebración fue a puertas cerradas, pero se pudo seguir a través de los medios de comunicación.
Monseñor Ricardo Valenzuela preside la misa en el interior de la basílica. La celebración fue a puertas cerradas, pero se pudo seguir a través de los medios de comunicación.Archivo, ABC Color

Avance de autoritarismo

El obispo Ricardo Valenzuela también se refirió en su Carta al Pueblo Paraguayo al avance del autoritarismo, y en ese sentido, sostuvo:

“Frente a signos de alarmantes rebrotes y repeticiones de regímenes ya superados, aunque con nuevos rostros y refinados sistemas de dominio y exclusión es importante recordar a los cristianos que la Iglesia “por voluntad de su Fundador, es esencialmente trascendente, es decir, desborda todo proyecto humano y todo esquema político temporal...

Por eso, hoy tenemos el deber de afirmar que el Paraguay –en todos los estamentos– necesita líderes lúcidos, bien formados, con espíritu de servicio, mente amplia, honestos y verdaderamente patriotas; en otras palabras, “hombres nuevos”, capaces de conducir a su pueblo hacia un destino de grandeza. No se debe seleccionar a los guías de la sociedad por simple afecto, simpatía o conveniencia particular. Selecciones de este tipo tienen su impacto y consecuencia negativos.

Cambios profundos

Es hora de hacer cambios profundos, pues, tal vez, mañana, las consecuencias de la inacción lleguen a ser peores que el ataque del virus hoy... Mientras el olvido, la marginación, la injusticia y los privilegios concentrados en pocas manos continúen en el Paraguay como Políticas Públicas de hecho, la violencia en cualquiera de sus formas será apenas una agria consecuencia marcada por la precariedad, el oportunismo político y la degradación humana. La víctima será siempre la misma, una sociedad desorganizada y desamparada, como los “pobres de la tierra”.

No habrá paz mientras no tengamos justicia proba que garantice nuestros derechos, ni habrá seguridad mientras modestos trabajadores son despojados de sus humildes pertenencias en la vía pública, ante la mirada de las fuerzas del orden, como no hay paz hace tiempo en los hogares de Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Óscar Denis. Para quienes mantienen secuestradas a estas personas, u ocultan la verdad sobre ellas, exigimos en nombre de Dios, la Virgen de Caacupé y las leyes del país que pongan fin a sus crímenes y se sometan a la justicia.

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