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Con relación a la manifestación feminista-lésbica querría efectuar ciertas precisiones:
1 . Totalmente de acuerdo en la lucha contra la violencia contra las mujeres a lo que agregaría contra los niños e, incluso, contra los animales. Recientemente vimos a dos mujeres llevar atado a un perro por el paragolpes de su camioneta y arrastrarlo hasta quedar despedazado. Esa es una atroz expresión de feminismo.
2. Debe castigarse con todo el peso de la ley a los que son violentos con las mujeres, ya sea físicamente y sicológicamente.
3. Deben incluirse en los currículos escolares capítulos especiales para sensibilizar a los estudiantes sobre este aspecto.
4. No hay que mentir; no había 10.000 personas, yo asistí personalmente a observar y para no caer en una apreciación subjetiva recurrí a un policía que estaba como custodia, quien me dijo que tenia experiencia en este tipo de acontecimientos y para el era un máximo de 2.000 personas. Aun en el caso de que hayan sido 10 o 100 o 1.000, no resta a la legitimidad de su reivindicación, siempre dentro del plano de la no violencia contra la mujer.
5. Totalmente innecesaria la violencia materializada en las pintatas en las paredes de la Conferencia Episcopal Paraguaya CEP. ¿Qué ganan con eso? Más bien la animadversión de los católicos, en donde el 50% son mujeres.
6. Violencia al incitar a la quema de iglesias lo que constituye un delito, veremos si qué hacen la Fiscalía, el Ministerio de la Mujer –muy bien retratado también en un artículo publicado en este mismo espacio días atrás titulado: “El Ministerio de la Mujer: Contra la Mujer”?–, la Defensoría del Pueblo, etc.? Yo creo que no se animarán y será el silencio.
7. Unas pintatas referentes al aborto libre, proclamando y reivindicando el asesinato de criaturas en el vientre materno, fundado en “mi cuerpo es mío” “Che rete chemba’e”, cuando todos sabemos que el bebé no es su cuerpo sino QUE ESTÁ DENTRO DE SU CUERPO. El bebé diría: AIME NDE RYEPYPE CHE SY, ANÍNA CHE JUKA.
8. Luego en la Plaza de la Democracia, donde todas los discursos y arengas eran demonizantes del varón, del hombre, incitando al enfrentamiento con el otro sexo, por lo que ellas ahora se constituyen en el espejo del machismo, pero en su versión femenina, o sea, HEMBRISMO, porque su discurso no es el de complementarse armónicamente sino el de la agresión, de la confrontación, etc.
Hasta aquí por el momento; reitero, condena y lucha contra la violencia hacia la mujer SÍ; Hembrismo y confrontación entre los sexos NO.
Julio Giménez