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Dentro del mundo de la tecnología quisiera enfocarme principalmente en los video juegos y su impacto en los niños. Nuestros niños, de diversas edades y condiciones, tienen acceso a los juegos electrónicos; y en gran número quedan atrapados en ellos.
La escuela recibe niños que mientras están en ella, su mente y estímulo están en volver a casa o afuera para poder jugar en su mundo de fantasía. El deseo de acceder a los juegos electrónicos es tal, que no importan los medios para conseguirlos, lo importante es tenerlos. La intensidad del deseo de volver al juego es tan grande que muchos son los niños que no pueden concentrarse en la clase porque obviamente la gramática y la lectura carecen de la cienciaficción y la violencia divertida a la que lentamente se van haciendo inmunes.
Entonces, la escuela del pasado que actúa en el presente poco y nada contribuye a una sociedad sumergida en la anestesia de los videojuegos y sus múltiples lecciones. Pocos de aquellos juegos enseñan valores.
La escuela trata de hacer el esfuerzo por traerlos a un mundo ideal de valores que afuera ya no se viven. Mientras intentan formar equipos, trabajar en grupos, compartir, muchos de los juegos incitan a la violencia y hacen que de tanto repetirla ya no genere atención alguna cuando sucede en la vida real. Los personajes irreales parecen estar tan presentes en la mente que son casi amigos.
El concepto de la vida misma tiene distintos significados. Mientras en la mayoría de los juegos de celulares, iPod, la vida se renueva con una tecla, y es lo mismo morir y volver a vivir... en la escuela y el hogar la vida es una, única e irremplazable. La sensibilidad se va perdiendo mientras la confusión del valor de la vida está en disputa.
El currículum que la escuela desarrolla compite con desventajas con el currículum oculto de los juegos electrónicos. Nuestros niños de hoy tienen claramente dos maestros, los de las escuelas y los videojuegos. Entonces... ¿qué aprenden los niños?, ¿qué contenidos retienen más?, ¿quiénes impactan más en las emociones de los niños?, ¿qué mundo van a desarrollar en el futuro?, ¿cómo son las relaciones interpersonales de aquellos que muestran cierta adicción al juego, y solo quieren jugar con ellos pues con los compañeros es aburrido?
Como maestra, como madre, como ciudadana, me pregunto qué ofrecemos a los niños. Somos nosotros los adultos quienes damos permiso en casa y en la escuela.
Y esa gigante diferencia en la competencia nos desafía a los que tomamos decisiones a ver quién haremos que gane al final... La respuesta está en nosotros y nuestro actuar.
Verónica Abente