“En los combates cerca de Lugansk, los soldados ucranianos capturaron dos blindados de la división aerotransportada de Pskov en Rusia. En uno de los vehículos se encontraron una serie de documentos: permisos de conducir y documentos militares”, señaló el portavoz militar ucraniano Andrei Lysenko.
De confirmarse esta información, se trataría de la primera prueba de la implicación de las fuerzas regulares rusas en el conflicto iniciado hace cuatro meses.
Pero el ministerio ruso de Defensa lo desmintió ironizando sobre la “enésima ’prueba’ ucraniana”.
Kiev acusa a Moscú de armar a los rebeldes y, así como los occidentales, teme que el Kremlin planee invadir el este ucraniano para tratar de mantener los bastiones prorrusos.
Moscú niega estar armando a los insurgentes pero estas acusaciones tensarán la reunión el próximo martes en Minsk del presidente ucraniano, Petro Poroshenko, con su par ruso Vladimir Putin, los jefes de Estado de Bielorrusia y Kazajistán y altos responsables de la Unión Europea.
El encuentro tendrá lugar tras la visita el sábado a Kiev de la canciller alemana, Angela Merkel, en un gesto de apoyo al gobierno pro-occidental.
Sobre el terreno, continuaban los enfrentamientos en varias ciudades rebeldes clave. El portavoz Lysenko indicó que una “gran batalla” se daba en Lugansk, cercada e inaccesible para la prensa. El agua, la electricidad y las comunicaciones están cortadas desde hace casi tres semanas.
En Lugansk, “no verán columnas de tanques. Los militares ucranianos operan en las calles por pequeños grupos móviles que destruyen el armamento de artillería” de los insurgentes, dijo el portavoz.
La ofensiva de los últimos días tiene como objetivo aislar a los separatistas de la frontera con Rusia.
El ejército ucraniano afirmó haber destruido tres tanques, dos blindados y lanzacohetes múltiples Grad, según un comunicado de su centro de prensa.
Anunció además “asegurar la defensa” de las localidades de Novosvitlivka y Khriashtshuvaté, cerca de la frontera rusa, y “rastrear” varias localidades entre los bastiones rebeldes de Lugansk y Donetsk.
En Donetsk, en una acomodada calle cerca del estadio de Shajtar atacado el miércoles por la noche, saltaba a la vista el desamparo de sus habitantes ante la envergadura de los daños que sufrieron sus viviendas.
Aunque es imposible establecer de dónde procedieron los disparos, muchos creen que el ejército ucraniano tuvo como blanco un acantonamiento de los separatistas situado en las inmediaciones.
“No es la primera vez que el (ejército ucraniano) bombardea aquí, el barrio ya fue atacado el 14 de agosto, pero cada vez fallan”, dijo Anatoli.
Inna, una profesora de física, acaba de enterrar a su perro muerto en el jardín por un obús. Muestra el cráter, su casa acribillada por esquirlas de obús y la vivienda de sus vecinos de enfrente, destruida.
“No sé a quién dirigirme. No sé quién es el gobierno. Hoy es la DNR (la autoproclamada República Popular de Donetsk), mañana quizá sea Kiev”, deplora.
Ante el deterioro de la situación de los civiles, al menos 415.800 huyeron de su hogar, según la ONU, que cifra en más de 2.000 los muertos por el conflicto.
El convoy humanitario de Moscú destinado a las poblaciones del este sigue bloqueado de lado ruso de la frontera desde hace una semana. Kiev todavía no empezó a inspeccionar su carga bajo los auspicios del Comité Internacional de la Cruz Roja, reclamando garantías de seguridad a Moscú.