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LIMA. El conservador Pedro Pablo Kuczynski, un exbanquero de Wall Street de 79 años que asumió al poder en julio del 2016, iba a ser anfitrión de la cumbre de líderes de América en Lima el 13 y 14 de abril, durante la cual tenía planeado reunirse con el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.
El gobernante corría el riesgo de ser cesado mañana por el Congreso por “incapacidad moral” y convertirse en el primer mandatario activo en caer por el escándalo Odebrecht.
La presión crecía sobre el mandatario para que dimita en la víspera de que el Congreso –dominado por el fujimorismo– vote una moción de destitución por sus lazos con la brasileña Odebrecht, tras la supuesta compra de votos para salvarle en diciembre.
La primera víctima de esta telenovela en que se ha convertido la política peruana podría ser, no obstante, el hombre que le salvó en el primer proceso de destitución en diciembre: el parlamentario Kenji Fujimori, hermano y feroz opositor de Keiko Fujimori, la líder de Fuerza Popular, el mayor partido de oposición en el Congreso, en cuyas manos está la supervivencia política también de Kuczynski.