La tragedia fue recordada en una ceremonia en el Parque de la Paz de la ciudad, en el que participaron representantes de los Ejecutivos central y local, delegaciones de 76 países y “hibakusha”, nombre que reciben en Japón los supervivientes de los bombardeos nucleares lanzados por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
La ceremonia comenzó a las 11:02 hora local (22:02 del sábado en Paraguay), la hora exacta en que la bomba “Fat man” estalló sobre la ciudad, con un minuto de silencio marcado por los tradicionales tañidos de la llamada Campana de la Paz, en honor a las víctimas. A continuación, el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue, pronunció un discurso en el que pidió al Ejecutivo central que lidere los esfuerzos con la comunidad internacional para poner fin la proliferación nuclear y criticó la reinterpretación de la Carta Magna impulsada por el primer ministro, Shinzo Abe.
“Mucha gente se pregunta si el principio pacifista de Japón, que nos impide involucrarnos en ninguna guerra, está siendo erosionado por esta iniciativa”, afirmó el alcalde en alusión al Artículo 9 de la Constitución japonesa. “Nunca debemos abandonar este principio, sobre el que se ha construido la prosperidad del Japón actual. No podemos olvidar los recuerdos trágicos que nos dejó la guerra”, dijo Taue en su “Declaración por la Paz”.
Abe y su Gobierno se enfrentan a las críticas de la oposición y a un creciente rechazo de la población por su reinterpretación de este artículo pacifista de la Carta Magna, que permitirá por primera vez en 68 años que sus Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) operen en el extranjero y defiendan a aliados en caso de ataque.
EE.UU. lanzó el primer ataque nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial. El artefacto, lanzado sobre el valle que concentraba en el norte de la ciudad portuaria gran parte de su tejido industrial, terminó al instante con la vida de unos 74.000 ciudadanos e hizo que miles más murieran en los años siguientes a causa de la radiación.
Los ataques atómicos sobre las dos ciudades japonesas han sido los únicos que se han llevado a cabo hasta hoy. En marzo pasado, el número total de “hibakusha” que quedaban en Japón o residiendo en otros países ascendía a 183.519, prácticamente la mitad de los 372.264 que había en 1980, y su edad media superaba por primera vez los 80 años.