Largas columnas humanas tomaron la avenida Alameda, principal arteria de Santiago, entre bailes, música y la colorida bandera del movimiento gay en la tradicional marcha que desde hace 19 años convoca el Movimiento de Integración de Liberación Homosexual (Movilh), el mayor organismo de defensa de los derechos LGBTI en Chile que cifró en 100.000 personas el número de participantes.
Pese al colorido y la alegría de los marchistas, el movimiento LGBTI estaba lejos de celebrar. Las pancartas y los gritos protestaban en su mayoría por la desigualdad que su comunidad padece en Chile, un país aún muy conservador y donde el poder de las iglesias cristianas es fuerte.
“No hay orgullo, movilízate”, decía uno de los carteles en protesta por la falta de implementación del matrimonio igualitario mediante una ley que duerme en el Congreso, y la adopción homoparental.
“Es urgente que el Senado ponga en tabla el proyecto de ley de matrimonio igualitario. Las familias de Chile no pueden seguir esperando”, declaró Juan Enroque Pi, presidente de la Fundación iguales, en un comunicado del Movilh.
“La desigualdad legal afecta principalmente a las familias homparentales. La clase política ha sido indiferente frente a esta realidad”, manifestó por su parte, Daniel Andrade, vocero del Movilh.
n tanto, la violencia en contra de la comunidad homosexual en Chile creció en 2018 un 44% en relación al año anterior, mientras que se han contabilizado 44 muertes desde el 2002.
La ley antidiscriminación, o conocida en Chile como Ley Zamudio, en recuerdo a un joven gay asesinado en 2012, impone procedimientos penales y sanciones en contra de quienes discriminen o atenten a personas por su condición sexual, pero la comunidad LGBTI manifiesta que es insuficiente.
“Exigimos una institucionalidad antidiscriminatoria y una reforma a la Ley Zamudio, en tanto esta ley de nada ha servido desde el punto de vista punitivo y no indemniza a las víctimas”, reclamó Rolando Jiménez, dirigente del Movilh.