El Tribunal Superior Electoral proclamó la victoria de Rousseff cuando se había escrutado el 98 % del censo y la mandataria obtenía un 51,45 % de los votos frente al 48,55 % del socialdemócrata Aécio Neves, con lo que ya el resultado era irreversible.
Tras ser escrutado el 99,99 %, los votos de la jefe de Estado llegaron al 51,64 % y los del líder opositor al 48,36 %.
“No creo sinceramente, del fondo de mi corazón, que estas elecciones hayan dividido el país”, afirmó Rousseff al celebrar su victoria, arropada por su antecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, y cientos de militantes y miembros de la dirección nacional del Partido de los Trabajadores (PT).
Sin embargo, su primer mensaje al país una vez proclamado el resultado fue de “unidad” y “diálogo”.
Aún así, en ningún momento citó por su nombre a Neves, quien al reconocer su derrota y felicitar a Rousseff se pronunció también por la unidad. Ahora “la mayor de todas las prioridades es unir a Brasil en torno a un proyecto honrado que dignifique a todos”, dijo.
Rousseff sostuvo que “estas elecciones movilizaron ideas y emociones a veces contradictorias, pero movidas por un sentimiento común: la búsqueda de un futuro mejor para el país”.
También manifestó su “esperanza” en que “la energía” que “todos los brasileños” invirtieron en este proceso, que fue uno de los más inflamados que se recuerden en el país, sea “ un buen terreno para la construcción de puentes”.
En ese marco, dijo que su primer llamamiento es “a la unión, a la apertura y a diálogo”, para que “el calor liberado al fragor de la disputa puede ser transformado en energía positiva para un nuevo momento de Brasil”.
De cara a su segundo mandato, Rousseff se comprometió con impulsar una profunda reforma política, la cual consideró que será clave para establecer normas que permitan mejorar el combate a la corrupción y a la impunidad.
Precisamente la corrupción fue uno de los asuntos más esgrimidos por Neves a lo largo de su campaña, en la que denunció una y otra vez los escándalos que se investigan en la empresa estatal Petrobras, en la que la propia Rousseff ha admitido que hubo serias irregularidades.
La mandataria también prometió “promover con urgencia acciones localizadas, en especial en la economía, para retomar el ritmo del crecimiento, continuar garantizando los altos niveles de empleo y asegurar la valorización del salario”.
Desde que Rousseff llegó al poder la economía brasileña comenzó a dar señales de estancamiento, que el Gobierno ha atribuido al impacto de la crisis global, pero que, según la oposición y el sector privado, responden al “intervencionismo” estatal.
“Le daremos un nuevo impulso a la actividad económica en todos los sectores, en especial el industrial, y quiero para eso una sociedad con todos los sectores productivos y financieros”, declaró Rousseff.
La mandataria había obtenido en la primera vuelta de las elecciones, el 5 de octubre pasado, un 41,59 % de los votos frente al 33,55 % de Neves, pero al no superar el 50 % preceptivo debió enfrentar en una nueva votación al socialdemócrata.
En las tres semanas de campaña para la segunda vuelta, las encuestas de opinión transitaron por una verdadera montaña rusa y alternaron a ambos candidatos al frente de las preferencias.
La campaña también estuvo marcada por las descalificaciones personales y las agresiones verbales entre ambos, lo cual uno y otro lamentaron hoy al momento de votar.
“Hubo momentos lamentables, formas de trato indebidas y creo que eso fue rechazado por la población. Creo que a la población no le gustó” la campaña, declaró Rousseff al votar.
Neves, por su parte, dijo al emitir su sufragio que “la otra candidata creó divisiones artificiales” y se valió “del terrorismo electoral para intentar mantenerse en el poder”.
Aunque las urnas proclamaron la reelección de Rousseff, también le han enviado un mensaje a la presidenta, que hoy obtuvo unos 54,4 millones de votos, cuando en las elecciones de 2010 había ganado con 55,7 millones.