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Así lo confirmó este miércoles la Guardia Civil, al informar de una nueva pesquisa relacionada con este caso, en el que un juez ha ordenado el ingreso en prisión del marido de la desaparecida, Raúl D.C., al que acusa de supuestos delitos de homicidio o asesinato y de maltrato habitual.
Un ciudadano que encontró este “fragmento orgánico” lo depositó en un contenedor de residuos sólidos que se encontraba cerca. Sin embargo, no informó de su hallazgo a la Guardia Civil hasta el 15 de enero, diez días después de que se difundiera la fotografía de la desaparecida.
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Fue entonces cuando los agentes encargados de la investigación comenzaron las gestiones oportunas para la localización y la comprobación de la información aportada por esta persona, unas labores que llevaron a intervenir el contenedor y someterlo a un minucioso registro que permitió dar con una bolsa que contenía los restos orgánicos que se buscaban, de los que no se han dado más detalles.
En el caso de que sea un resto humano se realizará, si es posible, el correspondiente cotejo de ADN para descartar o confirmar su origen, detalla la Guardia Civil en un comunicado.
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La magistrada encargada del Juzgado de Instrucción número 1 de Arrecife ha asumido este caso en su condición de juez con competencias en delitos de violencia machista en Lanzarote, ya que considera que existen indicios de que Raúl D.C. mató a su esposa, en contra de lo que éste ha sostenido hasta ahora: que se la encontró muerta la noche de Año Nuevo al regresar a casa, que se puso nervioso y que solo se deshizo de su cadáver.
Según fuentes judiciales, los investigadores interceptaron una conversación del sospechoso con un familiar en la que contaba cómo se había deshecho del cadáver de su mujer, cuando hasta ese momento había sostenido que no sabía qué le había pasado.
Ello precipitó su detención el 13 de enero. Raúl D.C. defendió entonces ante los agentes que no había matado a su mujer, pero reconoció que había intentado hacer desaparecer su cadáver, primero quemándolo en el jardín de su casa y luego arrojando sus restos al mar en diversos puntos de la costa canaria.