Una segunda vuelta decisiva que se sucede al cierre de una campaña atípica y sacudida en la recta final por un ataque informático masivo.
Más de 47 millones de franceses están convocados a las urnas. Los centros electorales abrieron a las 06H00 GMT bajo estrecha vigilancia, en un país en estado de emergencia tras una ola de atentados yihadistas. Los primeros resultados se conocerán en torno a las 18:00 GMT.
Emmanuel Macron, que se presenta por primera vez al veredicto de las urnas, es el gran favorito para reemplazar al presidente socialista François Hollande, con más del 60% de intención de voto, según los últimos sondeos.
Pero Marine Le Pen, que espera beneficiarse de la ola populista que propulsó la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el voto a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, busca dar la sorpresa.
La recta final de la campaña se vio sacudida por un enésimo sobresalto. Minutos antes del cierre oficial, el viernes a medianoche, las redes sociales se vieron inundadas de decenas de miles de documentos internos de ¡En Marcha!, el partido de Macron.
Su equipo denunció inmediatamente un ataque masivo y coordinado para “desestabilizar la democracia”, “similar al ocurrido durante la última campaña presidencial en Estados Unidos” contra la demócrata Hillary Clinton.
La comisión de control electoral advirtió que cualquier persona que los difunda se expondrá a sanciones “penales”.
“Sabíamos que existía ese riesgo durante la campaña presidencial porque se produjo en otros lados. Nada quedará sin respuesta”, declaró a la AFP el presidente saliente François Hollande.
Se desconoce por el momento quién es el autor de la filtración, pero el gobierno y el equipo de Macron han acusado previamente al Kremlin de intentar entrometerse en las elecciones. Moscú lo niega.
Cualquiera que sea el resultado de la votación del domingo, significará un cambio profundo para Francia, la sexta economía del mundo, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear.
Es la primera vez en los últimos 60 años que ninguno de los dos grandes partidos tradicionales de izquierda y derecha tiene un candidato en la última ronda de la elección presidencial.
Macron, un exbanquero de 39 años que irrumpió en la política hace apenas tres años cuando fue nombrado ministro de Economía de Hollande, podría convertirse en el presidente más joven de la historia de Francia.
Este exministro, formado en las escuelas de élite francesas, presenta un programa liberal en lo económico y profundamente europeísta con el que espera reactivar el estancado motor francoalemán.
Su contrincante, Marine Le Pen, hija del cofundador del partido de extrema derecha Frente Nacional, defiende un programa proteccionista, centrado en la preferencia nacional.
Pretende restablecer una moneda nacional y someter a referéndum la pertenencia de Francia al bloque comunitario, una promesa que de cumplirse podría agudizar el proceso de descomposición de la Unión Europea tras el Brexit.
Los dos dicen ser “antisistema” pero sus adversarios los tildan a ambos de “herederos” . A Macron lo acusan de querer continuar con la política del gobierno socialista y a Le Pen de perpetuar la obra política de su padre.
Una de las grandes incógnitas de estos comicios será la tasa de abstención, que podría alcanzar el 30%. Las derrotas del líder de la izquierda antiliberal Jean-Luc Mélenchon y del conservador François Fillon en la primera vuelta dejaron un sabor amargo a sus votantes, algunos de los cuales rechazan tener que elegir “entre la peste y el cólera”.
Macron encabezó la primera ronda el 23 de abril con un 24,1% de los votos, seguido de Le Pen que obtuvo el 21,30%. Los resultados revelaron un país fracturado, en donde las grandes ciudades votaron por Macron, mientras que Le Pen obtuvo sus mejores resultados en zonas rurales y en las más afectadas por el desempleo.
El ganador de este último duelo sucederá en el Elíseo a Hollande quien, hundido en los sondeos, renunció a optar a un segundo mandato, una decisión inédita desde 1958.