BRASILIA. Las protestas fueron convocadas por grupos opositores ajenos a la política formal y fueron menores que otras dos realizadas este año, que llegaron a congregar a 2,5 millones de personas, aunque tuvieron como diferencia el coro que hoy gritó “Fuera Dilma” en todo el país.
En todos los casos, en boca de los manifestantes estuvieron las corruptelas en Petrobras, que involucran a dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y la crisis en que se ha sumergido la economía nacional, que este año se encogerá en torno a un 1,5 %.
La convocatoria fue apoyada por ciudadanos de unas 150 ciudades que tomaron las calles desde las primeras horas, vestidos en su gran mayoría con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña.
La mayor concentración se dio en la Avenida Paulista, el corazón del mundo de los negocios y las finanzas en Sao Paulo y el principal bastión electoral de unos partidos de oposición más envalentonados y que hoy, a diferencia de las manifestaciones realizadas en marzo y abril pasados, salieron a la calle en respaldo a la protesta.
La Avenida Paulista fue totalmente ocupada por los manifestantes, pero al caer la noche ni los organizadores de la protesta ni las autoridades habían divulgado cálculos sobre el número de personas, que medios independientes han calculado en cientos de miles.
En el resto del país, los cálculos de la Policía apuntaban a que poco más de medio millón de personas dedicó el domingo a protestar.
En Belo Horizonte, el excandidato presidencial Aécio Neves se sumó a los manifestantes e incluso pronunció un breve discurso ante unas seis mil personas.
Neves, presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y quien perdió frente a Rousseff las elecciones de octubre pasado por tres puntos porcentuales, declaró que el país “no acepta más tanta impunidad, tanta mentira y tanta corrupción”.
También exigió que se profundicen las investigaciones sobre unas maniobras fiscales que el Gobierno habría hecho el año pasado para “maquillar” sus cuentas y sobre las sospechas de que dinero desviado de Petrobras alimentó la última campaña electoral de Rousseff, lo que la oposición considera que pudiera llevar a su destitución.
“Los tribunales de cuentas y electorales tienen que funcionar, así como lo hace el Ministerio Público, porque sólo así tendremos una democracia sólida, en la que todos deberán cumplir las leyes, incluido el presidente de la República”, declaró Neves aclamado por los manifestantes.
Entre los políticos que se sumaron a las protestas hubo también algunos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que integra la coalición de Gobierno y lidera el vicepresidente Michel Temer, lo cual revela el grado de descomposición de la base de apoyo a Rousseff.
Uno de ellos fue el diputado Jarbas Vasconcelos, influyente líder del PMDB en el noreste del país, quien dijo a periodistas que ante el malestar demostrado por la población “lo mejor sería la renuncia de Rousseff”, pues “el país vive una parálisis general”.
Las protestas también tuvieron como blanco al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, fundador del PT, antecesor y padrino político de Rousseff, a quien los manifestantes representaron con enormes muñecos que vestían trajes a rayas de presidiario y tildaron en sus pancartas de “jefe” de la corrupción en Petrobras.
La única reacción del PT hoy frente a las protestas fue un acto de “solidaridad” con Lula y Rousseff, realizado frente al instituto que el expresidente dirige en Sao Pau lo, que congregó un millar de personas.
En el Gobierno, que durante esta semana ha acusado a los sectores que exigen la destitución de Rousseff de orquestar “un golpe”, hubo silencio, aunque la mandataria reunió a algunos de sus ministros más cercanos a fin de evaluar la delicada situación.
La respuesta del PT y de los movimientos sociales que apoyan al Gobierno será el próximo jueves, cuando han sido convocados actos en todo el país “en defensa de la democracia” y “contra el golpe”.