El debate divide a la sociedad argentina, que ha sido pionera en América Latina en otros asuntos, como el matrimonio igualitario, pero que se encuentra bajo fuerte influencia de la Iglesia católica.
Se trata de la primera vez que se debate un proyecto para despenalizar el aborto hasta la 14ª semana de gestación. Siete intentos anteriores se vieron frustrados.
Aunque se declaró “a favor de la vida”, el presidente liberal Mauricio Macri dio el empujón al debate en marzo, al aseverar que también está “a favor de los debates maduros y responsables”.
En Argentina, el aborto está autorizado sólo cuando corre peligro la vida de la mujer o cuando el embarazo es producto de una violación. No obstante, las prácticas clandestinas abundan. Según varias ONG, cada año muere un centenar de mujeres, la mayoría de bajos recursos, de las 500.000 que se practican abortos en Argentina, por lo que para muchos es una problemática de salud pública.
La de este miércoles se augura como una votación reñida. De los 257 diputados, se estima que 109 votarán a favor y 117 en contra, quedando 29 sin definir. En caso de que no sea aprobado en la Cámara de Diputados, el proyecto fracasa y su discusión no podrá avanzar más.
“Hoy vemos casi una paridad en los votos, con una leve ventaja en contra del proyecto. Pero va a ser un debate respetuoso. Celebramos que se ha dado con mucha altura”, dijo a la AFP el diputado Martín Maqueyra, del oficialista Cambiemos y quien rechaza la propuesta. Y es que en este debate las posiciones han sido individuales, independientes de las afiliaciones políticas.
El proyecto final que se votará el miércoles puede incluir una cláusula de objeción de conciencia para los médicos y el requisito de autorización de parte de los padres para las menores de 16 años que se realicen un aborto.
Se espera que la jornada se prolongue hasta la madrugada y que la votación final ocurra al amanecer del jueves.
En la víspera, todo es agitación. Grupos a favor y en contra de la despenalización del aborto han convocado a manifestaciones a las puertas del Congreso y las organizaciones estudiantiles han tomado escuelas en Buenos Aires para hacer vigilia esa noche.
“Esperamos que el respeto se mantenga. Somos todos argentinos, podemos tener ideas muy diferentes, pero con respeto”, dijo el diputado oficialista Daniel Lipovetzky, quien ha estado a cargo de los debates.
La semana pasada se realizó en Buenos Aires una “oración interreligiosa por la vida”, a la que se sumaron líderes de la Iglesia católica y otras corrientes cristianas, así como musulmanes y judíos.
“No está en cuestión las creencias personales y religiosas de los legisladores. Estamos debatiendo si va a seguir habiendo aborto clandestino o si el Estado va a garantizar el aborto legal, para no haya una sola muerta más”, aseveró la diputada Myriam Bregman, del Frente de Izquierda.
Los sectores a favor de la despenalización del aborto han denunciado presiones directas de la Iglesia católica a los parlamentarios. Pero Maqueyra relativiza esas denuncias. “A mí me han llamado de los dos lados (a favor y en contra). Un diputado siempre es susceptible a que lo llamen, no sé si eso se puede llamar presión”, comentó.
En tanto, Lipovetzky recordó que durante las presentaciones en el Congreso, el actual ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, así como dos exministros “coincidieron en que una despenalización del aborto sería un aporte para la salud pública de las mujeres argentinas”.
“Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos afirmó que el proyecto es compatible con la Convención Americana de Derechos Humanos”, añadió.
En América Latina, el aborto sin restricciones es legal en Uruguay y Cuba. También está permitido en Ciudad de México. En los demás países solo puede practicarse en caso de riesgo de vida para la mujer, cuando hay inviabilidad del feto o si el embarazo es producto de una violación.