Su reciente aprobación en Irlanda, tan católica como Argentina, encendió esperanzas en las feministas del país sudamericano que impulsan la ley al calor del movimiento #NiUnaMenos. También redobló los esfuerzos de la Iglesia por frenarla en el país natal del papa Francisco. El jueves, una manifestación interreligiosa unió a judíos, musulmanes y católicos para decir “No al aborto”.
“La Iglesia perdió el monopolio”, dice a la AFP la socióloga Sol Prieto a la hora de explicar la grieta por la que se coló el debate pese al conjuro religioso. “La gente sigue creyendo, pero tiene una posición independiente de la Iglesia católica”, señala.
Mientras da pelea en este frente, la Iglesia soporta el desprestigio. Como ocurrió en Irlanda, también en Argentina se han ventilado en la justicia casos de abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes, algunos condenados a prisión.
Organizaciones de católicos son parte de los impulsores de la ley que se debatirá el miércoles en la Cámara de Diputados luego de multitudinarias manifestaciones a favor y otras en contra motorizadas por la iglesia. Legisladores y activistas han denunciado presiones y amenazas de sectores religiosos duros sobre una treintena de diputados indecisos.
La Iglesia católica, el culto mayoritario, desplegó todo su peso en homilías, documentos, entrevistas y llamados a los legisladores para evitar lo que los ultracatólicos denominan una “catástrofe”.
“La Iglesia está operando”, advierte Prieto. “Los obispos mandan cartas a los parlamentarios indecisos, amenazando con excomulgarlos”, relata. Un centenar de obispos emitió una declaración para pedir “soluciones nuevas que resuelvan los problemas sin necesidad de matar o interrumpir vidas de seres humanos” y el Papa exhortó a “cuidar la vida desde su concepción hasta su fin natural”.
La diputada Victoria Donda, ferviente impulsora de la ley, denunció “una campaña sucia y muchos aprietes”.
Las opiniones están divididas incluso dentro del gobierno de Mauricio Macri, quien se declaró “en favor de la vida”.
El Congreso habilitó un debate público por donde desfilaron educadores, médicos y catedráticos. Quienes se oponen, como Raúl Magnasco, presidente de la Fundación +Vida, ponen énfasis en la prevención mediante la aplicación de la ley de educación sexual para “llegar al aborto cero, porque un solo aborto es una catástrofe”.
Políticos y sindicalistas peronistas antiabortistas llamaron a votar en contra. “Como cristianos sabemos que el aborto pone fin a a vida de un ser único e irrepetible”, expresaron en un documento.
Marta Alanis tiene 68 años, se casó por iglesia hace 48 y se siente mujer de fe. Preside la ONG Católicos por el Derecho a Decidir, una de las cientos de organizaciones que impulsan la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. “Hay una desobediencia silenciosa de los católicos. Las católicas también abortan”, dijo a la AFP. “No se puede comparar a un embrión con la vida de una mujer, hay que ser muy poca cosa para ser menos que un embrión y ese es el valor que la Iglesia jerárquica da a las mujeres: valen menos que un embrión. Eso nos afecta”, afirmó Alanis.
Para ella, el aborto ya no es tabú en la sociedad argentina. “El debate está muy instalado, pero los legisladores, en general, son más conservadores que el resto de la población”, afirmó. Donda mantiene una moderada esperanza sobre la ley. “El triunfo en Irlanda ha sido un gran aliento porque es un país muy católico, más que Argentina, y sin embargo lo logró”, afirmó. Para la socióloga Sol Prieto si la ley no se aprueba ahora “lo será en no demasiado tiempo. Hay un movimiento que no se puede detener”.