“Se trata de romper el mito” en torno a este libelo antisemita, fundacional del nazismo y del proyecto de exterminio de los judíos, afirmaba a principios de diciembre Andreas Wirsching, director del Instituto de Historia Contemporánea (IFZ) de Múnich. El equipo de Wirsching se lanzó en 2009 a esta empresa titanesca y controvertida hasta llegar a las 3.500 notas históricas que acompañan el texto. El conjunto, en dos tomos y 1.948 páginas, será desvelado a las 10H30 GMT (7:30 hora paraguaya) del viernes a la prensa y vendido a 59 euros.
Los derechos del único libro escrito por el dictador nazi, en 1924 y 1925 cuando se encontraba en la cárcel después de una intentona golpista, pasaron al dominio público el 1 de enero después de pertenecer al estado regional de Baviera desde 1945. En realidad, “Mein Kampf” (Mi Lucha, en castellano) está “ampliamente disponible, a la vez en internet y en las ventas de ocasión”, recuerda a la AFP el estadounidense Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial. La liberación de los derechos de autor no cambia fundamentalmente la situación.
Pero el símbolo parece pesar después de un año 2015 marcado por las conmemoraciones del final de la Segunda Guerra Mundial y de la liberación de los campos de concentración, y los candidatos a la reedición tampoco abundan. Alemania y Austria siguen prohibiendo la publicación del texto crudo so pena de acciones legales por incitación al odio racial, pero la aparición de versiones comentadas es ahora posible en Alemania.
La primera iniciativa en este sentido vino del IFZ y suscitó rápidamente el malestar de las autoridades bávaras. Después de conceder al proyecto una financiación de 500.000 euros en 2012, Baviera dio marcha atrás el año siguiente sobre su decisión para no herir a las víctimas. La idea es “desglosar y contextualizar los escritos de Hitler: ¿Cómo nacieron sus tesis? ¿Con que objetivos? Y sobre todo, ¿qué podemos oponer con nuestros conocimientos de hoy a las innumerables afirmaciones, mentiras y declaraciones de intención de Hitler?”, se justifica el instituto de Munich.
Un sindicato de docentes alemanes se dijo favorable a una utilización de esta edición crítica en la enseñanza media para “inmunizar” a los adolescentes contra el “extremismo”, pero el sindicato mayoritario de la profesión descarta toda “lectura obligatoria”.
En la comunidad judía, las reacciones van de la resignación ante la audiencia que tiene el libro, ampliamente difundido en India, Brasil Turquía o los países árabes, al deseo de que caiga en el olvido definitivamente. “Los conocimientos sobre ’Mein Kampf’ siguen importando para explicar la Shoah y el nacional socialismo”, estimó Josef Schuster, presidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, que sin embargo teme que esta “obra miserable se encuentre más en el mercado”.
Ronald Lauder estima por su parte que el panfleto se hubiera debido “estudiar correctamente hace 90 años”, antes de que su autor provocara “la peor masacre masiva de la historia de la Humanidad”. En su opinión, no merece una edición especial cuando los científicos “tiene fácil acceso a ella”.
En Francia también se romperá un tabú con la versión comentada de “Mon Combat” (Mi Combate, el título en francés) calificada de “catástrofe” por el presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías (CRIF), Roger Cukierman. En Israel, sigue prohibida la difusión de la obra a una larga audiencia y la entrada en el dominio público no cambiará nada. Murray Greenfield, fundador de Gefen Publishing, especializada en la historia del judaísmo, se mostró categórico: jamás la publicará “ni aunque me paguen”.