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"Nosotros, aunque no parezcamos, somos los hijos del que viene después", decía tímido uno de los Montaner. Es que los encargados de telonear al cantante en cuestión eran los MR, "Mau" y "Ricky" Montaner, quienes interpretaron dos potentes canciones.
A las 22:15, un video proyectaba una secuencia que mostraba a distintas personas entre niños, ancianos, adolescentes, obreros, casi todos con acento argentino hablar sobre sus creencias personales, o religiosas, en torno a la temática del "Yo creo", nombre que titula una canción de su reciente álbum y la gira con la que llegó Montaner al país, en el marco de los 50 años de la Consolidada S.A. de Seguros y con la producción de Escenario.
El video desembocaba en un ascensor, para luego hacer un recorrido por la entrada de la Conmebol, en sincronización con su llegada desde el lado izquierdo del salón, en medio de la gente y rodeado de guardias de seguridad.
El ambiente festivo irrumpía con "Yo creo", con un amplio despliegue de 13 músicos en el escenario, donde se destacan tres mujeres (una en metales y tres coristas). "Tengo una banda espectacular", diría más tarde.
"Corazón fracturado", "Adónde va el amor" y "Castillo azul" seguían el derrotero de la noche, con un grito incansable de las seguidoras y un juego interesante de luces y colores.
"Me siento feliz de regresar al Paraguay. Cuando llegué tenía 3 kilos menos
Dormí como 11 horas seguidas. ¡Regreso luego de casi 4 años!", fueron las primeras palabras que marcaron el reencuentro con sus seguidores locales, antes de incluso agradecer a Dios por la presencia de todos.
"Te pienso", "Para un poco" y "Hay amor" continuarían el repertorio, y sirvieron para seguir demostrando el manejo del escenario, del oficio y de la canción.
"Esta no se la saben, ¡nadie se la sabe!", supuso con gracia Montaner. Pero pocos acordes bastaron para que las chicas reconozcan la sorpresa y acompañen "Solo con un beso", durante todo el tema.
Pero el alboroto y la excitación de las fanáticas quedaron a la vista cuando con un "¡Ay, Dios mío!", Montaner iniciaba la contagiante "República de la alegría", canción que reza: "Nos está llamando Kike para contarnos que se casó en Paraguay / junto al agua azul de Ypacaraí". La letra hace referencia al compositor y productor colombiano Kike Santander, quien está casado con una paraguaya y con quien escribió la canción.
El ritmo y el color seguían con el chachachá de "Cachita", ya un clásico de la música centroamericana. El festín de ritmos y colores siguió con "Vamos pa la conga" y, finalmente, "Soy feliz", aquel hit que sonó y resonó durante todo 2010. "¡Y si tienen Chilavert! / ¿Y qué dijo Chilavert?", decía el cantante, en los coros.
De pronto, un dulce piano cambiaba el rumbo del repertorio, y previa referencia sobre el momento de composición del tema "Me imaginé que unos colibríes se daban un beso y escribí cómo un hombre y una mujer se encuentran en un beso" fue el momento de "Bésame". Otra de las baladas obligadas de su cancionero, y que produjo aclamaciones y romanticismo en su mayor dimensión.
Luego cantaría "Volver" apertura de la exitosa telenovela argentina "Valientes", "Será" una de las columnas vertebrales de su carrera, dijo, y "Tan enamorados" todo un himno para una generación.
Tiempo después, el cantante hizo referencia a su acercamiento a la campaña "A todo pulmón", con la que plantó el jueves en Ñu Guasu un lapacho rosado para apoyar la iniciativa.
"Iluminada y eterna", "Me va a extrañar" y "Es así" seguían encendiendo al público, con una seguidilla de éxitos y emociones.
El músico remarcó con gracia su encantamiento con la comida paraguaya: reconoció la delicia del mbeju, de la chipa y la sopa paraguaya.
Como el 8 de septiembre el cantante cumplió 54 años, el público se dispuso a cantarle espontáneamente la canción del "Feliz cumpleaños", sumándose él y su banda después.
"La cima del cielo" marcaba ya la última etapa de una noche, que culminaría con la presencia del coro paraguayo "Voces del alma" en el escenario, para acompañar al cantante en otra versión de "Yo creo". Lo cierto es que lo que menos hicieron los invitados fue cantar no sabían la letra, pero con alegría y energía le dieron su cuota de gracia "local".
Con aires de despedida en tono de góspel, con brillo y serpentinas en el aire, difícilmente uno logre saber si salió de un concierto o de una celebración cristiana: pero sí, tal vez, sea fácil deducir que el mensaje de amor de Montaner, el más universal acaso, sigue funcionando a la perfección.