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Rápidos y Furiosos 7. Siete... Cuando pienso en ese título no puedo evitar recordar un chiste de la comedia Y dónde está el piloto 2, en una escena que trascurre en una tienda de aeropuerto en la que, en el fondo, se ve un póster de “Rocky XXXVIII”, con un anciano boxeador.
No es poco común que una saga de películas que comenzó con gran éxito eventualmente llegue a las siete entregas o más, pero salvo excepciones como la saga Harry Potter – cuya longevidad estaba planeada desde el principio –, por lo general el destino de estas sagas es un sostenido declive en calidad, con la pérdida de actores, el interés del público y, por último, la rentabilidad que le garantice un estreno en cines, viéndose relegada al mercado “directo a DVD”.
Por un momento, parecía que ese iba a ser el destino final de Rápido y Furioso, que comenzó con fuerza en 2001 y comenzó a decaer ya desde la segunda película, que perdió a su estrella Vin Diesel. Para la tercera, que introducía todo un nuevo elenco, con ausencia casi total del elenco original, la saga parecía dirigirse a la irrelevancia. Sin embargo, de alguna forma las estrellas se alinearon para esta curiosa saga.
Aquellos que pudimos sobreponernos a la escasez de actores conocidos pudimos notar que la vilipendiada Reto Tokio en realidad era un filme bastante sólido, evidencia del talento para la acción que tenía el director Justin Lin, que hacía su debut en la serie. Con Lin en las riendas, la saga regresaría en 2009 trayendo de vuelta a Diesel, Paul Walker, Michelle Rodríguez y compañía, así recuperando el entusiasmo de sus fans.
Pero había más que simplemente el factor nostalgia: desde que Lin tomó la batuta, las películas comenzaron a abrazar con cada vez más arrojo el ridículo, y las secuencias de acción se volvían cada vez más inverosímiles y espectaculares. La filosofía aparente era no dejar que complejos de realismo, seriedad o respeto por las leyes de la gravedad se pusieran en el camino de la buena acción, y es difícil describir lo acertada que fue esa decisión. Las películas de Lin no solo eran obras que cínicamente se aprovechaban de rostros conocidos para vender entradas, sino que consistían en filmes de acción de genuina calidad, técnicamente impresionantes y muy entretenidos.
Desafiando la lógica, Rápido y Furioso ha ido ganando impulso comercial y creativo en vez de perderlo con cada estreno consecutivo desde 2006, y Rápidos y Furiosos 7 logra mantener ese impulso elevando aún más la escala de la acción que a estas alturas ya es más propia de un filme de superhéroes, y dando fuertes golpes emocionales en el proceso.
Continuación directa de Rápidos y Furiosos 6, esta séptima entrega pone a Dominic Toretto (Diesel) y a su grupo frente a las consecuencias de sus heróicos actos previos, cuando el letal Deckard Shaw (Jason Statham) comienza a rastrearlos con la intención de vengar a su hermano Owen, cuyos planes la banda de Toretto frustró.
Si algo le faltaba a la saga hasta ahora, era un villano memorable, por lo que la inclusión de Statham en el elenco es particularmente afortunada; el inglés no tendrá el rango actoral más impresionante, pero lo que sí tiene es presencia y carisma, cualidades más que suficientes para interpretar a alguien que no realmente necesita más ser una amenaza creíble que un personaje tridimensional.
Hablando de inclusiones a la saga, hay que hablar del director James Wan, quien releva a Lin. Wan, co-creador de la saga El Juego del Miedo y director de – en mi opinión – dos de las mejores películas de terror de los últimos años, La Noche del Demonio y El Conjuro, demuestra ser más que capaz de dirigir acción, aunque quizá sin la elegancia de Lin. Las escenas de pelea del filme son satisfactorias, y ocasionalmente demuestran instantes de inspiración en la forma en que Wan mueve su cámara, pero en la mayor parte del tiempo no son nada excepcional, abusando un poco de las sacudidas de cámara; de ninguna manera son malas escenas, están a años luz de crímenes como los de Búsqueda Implacable 3.
Cuando la acción se mueve sobre ruedas, la cosa mejora enormemente. Hay gran variedad en las hazañas imposibles que Toretto y sus amigos deben lograr, y aunque ninguna secuencia logra igualar la inolvidable persecución del tanque del filme anterior, lo que Wan no logra igualar en estilo y fluidez lo compensa con cantidad: las grandes secuencias de acción son prolongadas sin alargarse demasiado, la persecución al bus tras el salto en paracaídas es tan espectacular como se ve en el trailer y el salto entre edificios en Dubái es incluso más deliciosamente inverosímil que lo que los avances dejan ver.
El clímax del filme es digno de contarse entre los momentos más destacados de la saga, a fuerza simplemente de la cantidad de cosas que pasan y la forma en que mete a casi todos los personajes en la acción, dando a cada uno su momento de brillar. No quisiera incurrir en “spoilers”, pero diré que la cantidad de autos, munición y equipo militar en juego al mismo tiempo son abrumantes en el buen sentido.
Un par de cosas conspiran contra la calidad del filme, particularmente el argumento innecesariamente complicado. Es obviamente solo una excusa, un marco en el que colgar escenas de acción, pero aún así la introducción de una conspiración gubernamental – encabezada por un divertido Kurt Russell – y una hacker (Nathalie Emmanuel) con un dispositivo tecnológico que bien podría ser un artefacto mágico son factores que sobrecargan un poco el filme, junto con la aparente necesidad de Wan y compañía de incluir tantas referencias a personajes y acontecimientos de filmes pasados como les fuera posible.
Son molestias que no llegan a disminuir la calidad del filme, pero lo lastran notablemente, impidiéndole llegar a ser todo un nuevo clásico del cine de acción. La gran batalla del final es grandiosa, pero la hubiera disfrutado aún más si no hubiera estado preguntándome tan a menudo quién estaba dónde haciendo qué. Afortunadamente las interacciones entre los personajes siguen siendo interesantes y divertidas en una forma tonta pero atrapante, lo que beneficia al filme de forma invaluable.
Por último, lógicamente, está el factor de la muerte de Paul Walker, que dejó a los realizadores con el deber de reescribir el guión para darle al actor y a su personaje una despedida respetuosa que a la vez se integre bien en la narrativa. Misión cumplida: el filme se anota un homenaje emotivo y elegante, sencillo pero con gran impacto.
Fuera de contexto uno esperaría que para su séptima entrega, Rápidos y Furiosos ya evidencie signos de cansancio, pero la saga demuestra que respeta las leyes de la lógica cinematográfica tanto como las leyes de gravedad.
En vez de decaer con cada secuela, Rápidos y Furiosos mantiene la velocidad, y evidentemente aún le queda mucha gasolina en el tanque. Recomendada.
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RÁPIDOS Y FURIOSOS 7 (Furious 7)
Dirigida por James Wan
Escrita por Chris Morgan
Producida por Vin Diesel, Michael Fottrell y Neal H. Moritz
Edición por Leigh Folsom Boyd, Dylan Highsmith, Kirk M. Morri y Christian Wagner
Dirección de fotografía por Marc Spicer y Stephen S. Windon
Banda sonora compuesta por Brian Tyler
Elenco: Vin Diesel, Paul Walker, Jason Statham, Dwayne Johnson, Michelle Rodríguez, Chris Bridges, Tyrese Gibson, Nathalie Emmanuel, Kurt Russell, Djimon Hounsou, Jordana Brewster, Elsa Pataky, Tony Jaa, Ronda Rousey, Lucas Black y Romeo Santos