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Han pasado seis años desde que Marvel Studios comenzó su (por entonces considerado) alocado experimento de traer la continuidad entre historias y el concepto de un universo compartido, parte inherente del mundo del cómic, al ámbito cinematográfico; y las decisiones tomadas por el estudio a cargo de Kevin Feige siguen siendo fascinantes.
Tras haber convertido a personajes importantes de los cómics en íconocs mundiales y máquinas de hacer dinero armándose inteligentemente de talentos creativos como Joss Whedon y Shane Black, jugando con los géneros cinematográficos para mantener las cosas variadas, con Guardianes de la Galaxia se disponen a hacer la rutina de trapecista de siempre, pero esta vez sin la red de seguridad que suponen personajes fácilmente identificables. ¿Star-Lord? ¿Quién? ¿Gamora, Drax, Groot? ¿Quién, fuera de los fans fieles de los cómics, que son pocos comparados con el “gran público”, conoce esos nombres?
Bueno, si hay justicia en este mundo, para cuando la película termine su recorrido en los cines esos nombres serán conocidos al menos por la misma cantidad de gente que acudió en masa a Los Vengadores, porque Guardianes de la Galaxia es una de esas películas que verdaderamente merecen arrasar la taquilla, asegurar secuelas y tener un lugar privilegiado en el panteón de la cultura popular.
Como la mayoría de las películas de Marvel, usa como esqueleto una historia que no se destaca por su originalidad, limitándose a repetir la rutina de establecer un artefacto de poder devastador como punto central del conflicto y poner a héroes y villanos en un constante forcejeo por la posesión del mismo. Es el mismo conflicto presentado Tesseract de Los Vengadores y el aether de Thor: Un Mundo Oscuro. Pero ese esqueleto es vestido con un guión divertido, emocionante y hasta conmovedor, populado por personajes coloridos e interesantes traídos a la vida por una inspirada selección de actores.
El artefacto del conflicto en esta ocasión es un misterioso orbe que contiene una reliquia de inmenso poder que es buscada por Ronan (Lee Pace), un renegado de la raza alienígena Kree que busca destruir el planeta Xandar, que recientemente firmó un tratado de paz con el imperio Kree.
Sin embargo, el orbe es robado primero por el humano Jason Quill (Chris Pratt), alias Star-Lord. Desde entonces, una serie de desventuras lo lleva a cruzar caminos y formar una curiosa alianza con Gamora (Zoe Saldaña), una asesina al servicio de Ronan que deserta; Drax (Dave Bautista), un guerrero que busca vengarse del radical Kree por la muerte de su familia; Rocket (Bradley Cooper), un cazarrecompensas con forma de mapache; y el compañero de este último, el hombre-árbol Groot (Vin Diesel).
Si hay algo en lo que Marvel ha sido consistentemente infalible en la decena de películas que conforman hasta ahora su universo cinematográfico unificado, es en la elección de actores para representar a sus personajes. Y tan acertada como elegir a Robert Downey Jr. como Tony Stark o a Chris Evans como Steve Rogers es la decisión de poner a Chris Pratt en el papel del ridículamente carismático Star-Lord. Un actor cuyo principal crédito previo era un papel en la serie de comedia Parks and Recreation, Pratt demuestra haber nacido para ser una estrella pantalla grande, y ayudado por los ingeniosos díalogos de James Gunn el actor brilla.
Zoe Saldaña es sólida en su trabajo de Gamora, quizá el personaje menos ostentoso del quinteto, mientras que el luchador Dave Bautista (a quien todos los que seguían con regularidad las retransmisiones de la WWE años atrás recordarán bien) es una revelación como Drax, quien a primera vista parece nada más que el “músculo” obligatorio del grupo, pero pronto prueba ser un personaje mucho más interesante, y el imponente luchador demuestra grandes aptitudes para la comedia y para los momentos más emocionales.
Y aún con tal competencia, gran parte de las escenas son induscutiblemente robadas por los dos personajes “animados” del filme. Bradley Cooper hacen un gran trabajo dándole a Rocket una personalidad tosca y agresiva de gatillo fácil que enmascara un ser mucho más bondadoso, a veces muy a pesar suyo.
Y de Groot solo se puede decir que es una de las criaturas más memorables en llegar a las pantallas en mucho tiempo; aunque gran parte de la efectividad del personaje se debe al buen hacer de los animadores, es impresionante el rango de emociones que Vin Diesel logra transmitir con solo tres palabras a su disposición, aunque pensándolo mejor no debería sorprender tanto, ya que en el pasado Diesel ha sido capaz de llevar al público a las lágrimas diciendo simplemente “Superman”.
James Gunn, que previamente solo había dirigido filmes independientes de bajo presupuesto, se adapta sin problemas al cine a gran escala con un filme repleto de impresionantes secuencias de acción que rebosan imaginación, pero que está en impecable balance con las escenas menos vistosas, no menos memorables gracias a un guion co-escrito por el propio Gunn y Nicole Perlman que está repleto de diálogos ocurrentes y giros interesantes; no es una reinvención de la rueda, pero Gunn se anota con Guardianes de la Galaxia la mejor película en el molde de Star Wars en décadas.
Gran parte de la diversión está en ver cómo los cinco protagonistas interactúan y se relacionan, pasando de rivales a aliados cada vez más cercanos, pero la acción es igualmente trepidante y refrescantemente variada; desde un emocionante escape de prisión hasta una épica batalla aérea, Gunn pone a trabajar satisfactoriamente los sofisticados juguetes tecnológicos que la maquinaria de Disney y Marvel ponen a su disposición. Entre esas escenas y los momentos más centrados en los personajes y el choque de personalidades, no hay momento que aburra. Mención aparte merece la gran banda sonora cargada de éxitos de los '70 y '80, brillantemente incorporada en la historia.
Además, a diferencia de otros filmes recientes del universo Marvel, esta película funciona igual de bien como un filme individual y como pieza del gran rompecabezas. Es una historia perfectamente autosuficiente, aunque está repleta de referencias y vínculos con lo que vino antes, más directamente con Los Vengadores y Thor: Un Mundo Oscuro.
Si hay algo que reprocharle al filme es que, de nuevo, Marvel no logra conjurar un villano que capaz de plantarle cara al inolvidable Loki de Tom Hiddleston. Aunque ciertamente no es tan desechable como Malekith -el antagonista de la más reciente Thor-, y el trabajo de Lee Pace no da lugar a reproches, Ronan no pasa de ser más que otro aspirante a genocida sin más que una motivación superficial. Su secuaz Nebula (Karen Gillan) da indicios de ser un personaje mucho más interesante, pero su tiempo en pantalla es insuficiente. Detalles menores en un trabajo casi impecable.
Películas como Guardianes de la Galaxia no solo son bienvenidas, son importantes. El nivel de imaginación e ingenio en despliegue es inspirador, como es el hecho de que Marvel ha logrado mantener un alto nivel de calidad de forma casi ininterrumpida aún cuando ya lleva diez películas en su universo cinematográfico.
Para variar, tenemos un filme que se merece las salas llenas, los cientos de millones de dólares y la secuela que ya tiene asegurada.
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GUARDIANES DE LA GALAXIA (Guardians of the Galaxy)
Dirigida por James Gunn
Escrita por James Gunn y Nicole Perlman
Producida por Kevin Feige
Edición por Fred Raskin, Hughes Winborne y Craig Wood
Dirección de fotografía por Ben Davis
Banda sonora compuesta por Tyler Bates
Elenco: Chris Pratt, Zoe Saldaña, Dave Bautista, Bradley Cooper, Vin Diesel, Lee Pace, Karen Gillan, Michael Rooker, Benicio del Toro, John C. Reilly, Glenn Close, Djimon Hounsou y Josh Brolin