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No hay algo malo con el entretenimiento que simplemente es eso, un escape momentáneo de la realidad a través del portal a otro mundo que puede ser una pantalla de cine; algunas de las más memorables películas de la historia han apuntado nada más que a entretener. Pero siempre se siente como algo especial cuando un filme logra entretener y, al mismo tiempo, hacernos confrontar cuestiones complicadas, obligarnos a pensar.
Esa siempre fue en particular una marca de la buena ciencia ficción, películas que ofrecen un espejo para representar problemas, miedos o simples cualidades de la sociedad en su momento. Películas como esta, al momento de salir hacen al público pensar, y se mantienen relevantes años, décadas después al dar un vistazo al pasado que a veces puede resultar tan iluminador como abrir un libro de historia.
Esto ha probado ser cierto en películas como El Planeta de los Simios, un filme que tomó la historia original escrita por Pierre Boulle y le dio el giro inconfundible de una película realizada en los años de la guerra fría Guerra Fría. Es una película sobre un futuro en el que la humanidad se destruyó a sí misma, filmada en una época en la que la humanidad estaba al borde de hacer precisamente eso.
En 2011, una década después del último aliento de vida de la saga en el cine con el notoriamente mal recibido filme de Tim Burton, 20th Century Fox reinició la serie con El Planeta de los Simios: Revolución, que contaría la historia del ascenso de los simios a la posición de especie dominante desde su inicio.
Los avances prometían acción, suspenso y efectos especiales revolucionarios para traer a la vida a los simios; pero lo que no se veía tan claramente era que todos esos elementos estarían al servicio de una auténticamente conmovedora historia, centrada en un personaje protagonista extraordinario. La trágica historia de César nos dio un filme inolvidable, uno que absolutamente necesita ver, amable lector, para poder tener la historia completa antes de ir a una función de su aún más excelente continuación.
El Planeta de los Simios: Confrontación comienza diez años después de los acontecimientos del filme anterior. En los ambiciosos momentos iniciales del filme, que trascurren casi sin diálogos hablados tras una breve secuencia que nos relata lo ocurrido entre películas, vemos que los simios liderados por César (Andy Serkis) han formado una sociedad primitiva pero unida y organizada en los bosques cerca de San Francisco. Recordando momentos como ese increíble primer tercio de WALL-E, esos primeros diez a quince minutos de película nos muestran sin necesidad de más que algunos momentos de comunicación con lenguaje de señas subtitulado la vida de esta nueva sociedad, entre cacería, partos y lecciones de escritura.
Este modo de vida relativamente apacible de los simios se ve dramáticamente alterado por un encuentro con un grupo de humanos, que intentan devolver la electricidad a ciudad pero deben hacerlo cruzando el territorio de los simios.Tanto César como el líder humano Malcolm (Jason Clarke) quieren la paz, pero el miedo, la desconfianza y los fantasmas del pasado influyen en ambos bandos, y amenazan con arrojar a las dos frágiles sociedades al conflicto.
Lo primero que vemos tras esa breve introducción que explica los antecedentes es un primerísimo primer plano de los ojos verdes de César. Es un pequeño momento para maravillarnos ante el nivel de detalle y autenticidad logrado por los magos digitales de WETA, y no se sorprenda si es el único momento en toda la película en el que se halla pensando en los simios como efectos especiales, porque casi instantáneamente se convierten en personajes tan reales, tan expresivos y tangibles como cualquier Jason Clarke o Keri Russell. Es una combinación ideal, casi perfecta, de efectos especiales y el talento de los actores detrás de los movimientos y las voces de los simios, desde el inimitable Serkis hasta un intimidante Toby Kebbell como el vengativo Koba.
Pero, curiosamente, lo más impresionante del filme no son sus increíbles efectos visuales, sino la inteligencia del guión a la hora de contar su historia. Volviendo a la noción de que la ciencia ficción es muy efectiva cuando se usa como reflejo de la realidad, es fácil ver en los acontecimientos del filme la historia de conflictos pasados y presentes entre facciones con mucho en común pero con una trágica incapacidad de conciliar sus diferencias.
El guión de Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver ingeniosamente traza paralelismos imposibles de obviar entre los humanos de San Francisco y los simios, con Malcolm y César como las desesperadas voces de la prudencia, y los desconfiados Dreyfus (Gary Oldman) y Koba como sus opuestos. Cuatro personajes movidos por algo en común, el temor a la pérdida y el afán de preservar sus respectivas sociedades, pero con diferencias que acaban por desequilibrar la balanza. Como en tantas ocasiones a lo largo de la historia, el rencor y el miedo pesan demasiado, y la confianza construida en mucho tiempo se destruye en segundos.
Pero el guión no brilla solo en esos grandes momentos clave, sino que está lleno de pequeños instantes que llevan el filme a un nivel más alto, momentos aparentemente insignificantes -algunos más obvios que otros- que hacen de la película más que una alegoría contada con efectos especiales punteros, que la convierten en una historia vivida por personajes que se sienten reales: hay momentos grandes como la decisión de César de mostrar bondad luego de hacer una clara demostración de fuerza, o la discreta decisión de Malcolm sobre llevar o no consigo una pistola a su encuentro con los simios. Momentos como ese, sin una sola palabra hablada, nos hablan lo mismo que páginas enteras de información sobre los personajes.
Demostrando otra cualidad rara en los grandes espectáculos hollywoodenses contemporáneos, los grandes momentos de acción -instantes que en tantas películas se sienten como vacíos espectáculos de efectos especiales- traen consigo un enorme peso. El ejemplo más obvio es el momento en que finalmente la cosa llega a las armas; subrayado por la gran banda sonora de Michael Giacchino, el impresionante momento se siente como una tragedia en vez de un emocionante instante de acción.
La película se ve muy ligeramente deslucida debido a ciertos detalles del guión que distraen un poco; por ejemplo, resulta difícil de creer que hayan pasado dos años enteros sin contacto entre simios y humanos a pesar de que la ciudadela de César se halla muy cerca de la ciudad, donde vemos que viven al menos un par de centenares de personas. Con todo lo que el filme hace bien, no pasa de ser un defecto menor.
Al final, como público sabemos hacia dónde se dirige esta historia -todos recordamos a Charlton Heston y cierta famosa estatua-, sabemos que al final no hay una cabalgata hacia el horizonte sino un silencioso hundimiento en la oscuridad; sin embargo, hay una gran belleza en la forma en que esta historia se ha contado hasta ahora.
Lo que tenemos en cines ahora es una historia de pequeñas victorias enmarcadas en grandes derrotas que, irónicamente, es en sí misma una gran victoria. El Planeta de los Simios: Confrontación es un brillante ejemplo de lo mejor de la ciencia ficción y una de las mejores películas que han llegado a nuestros cines este año.
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EL PLANETA DE LOS SIMIOS: CONFRONTACIÓN (Dawn of the Planet of the Apes)
Dirigida por Matt Reeves
Escrita por Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver
Producida por Rick Jaffa, Amanda Silver, Peter Chernin y Dylan Clark
Edición por William Hoy y Stan Salfas
Dirección de fotografía por Michael Seresin
Banda sonora compuesta por Michael Giacchino
Elenco: Andy Serkis, Jason Clarke, Toby Kebbell, Gary Oldman, Keri Russell, Nick Thurston, Kodi Smit-McPhee, Karin Konoval, Doc Shaw, Terry Notary y Judy Greer