“El Hobbit”: adiós con grandeza pero sin impacto

Aunque no carece de virtudes y espectáculo, el final de la trilogía de Peter Jackson nunca logra la autenticidad y emoción que hicieron inolvidable a la saga “El Señor de los Anillos”.

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Hay mucho en El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos que en teoría suena glorioso: marcando claros paralelismos con el final de su otra trilogía de la Tierra Media, Peter Jackson cierra el filme con una masiva batalla de varios bandos con hordas de guerreros chocando, los héroes enfrentando a enemigos mucho más imponentes que ellos, un dragón gigante suelto. Y en gran parte del tiempo el espectáculo es emocionante y visualmente impresionante.

Pero algo falta. Algo no termina de conectar. No es novedad que la saga El Hobbit nunca llegó a alcanzar el peso emocional de la saga El Señor de los Anillos, pero en las dos entregas anteriores, Un Viaje Inesperado y La Desolación de Smaug eso no se sentía de forma particularmente notable porque el tono era muy distinto: se trataban de aventuras de una escala mucho más reducida, las andanzas de un grupo de enanos y un hobbit sin el destino del mundo en la balanza.

Sin embargo, en su capítulo final la saga El Hobbit tenía que ir a por lo épico, invitar a las comparaciones con El Señor de los Anillos -y en especial con El Retorno del Rey- e inevitablemente palidecer en comparación.

El filme comienza exactamente donde La Desolación de Smaug terminó, con el dragón Smaug (Benedict Cumberbatch) lanzándose al ataque sobre el Pueblo del Lago y la compañía de enanos de Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) finalmente en posesión del reino de Erebor y sus incalculables riquezas, pero ahora deben defenderlo de las fuerzas de los elfos que buscan recuperar un tesoro suyo y de los orcos de Azog, quienes buscan eliminarlos a todos.

Jackson culmina esta trilogía con una masiva batalla, aunque nunca alcanza el nivel de calidad de momentos como la batalla del Abismo de Helm o el encuentro en los campos de Pelennor en El Señor de los Anillos. Las comparaciones siempre han sido y siempre serán odiosas, pero creo que en este caso son justificadas porque ayudan a entender dónde Jackson acertó antes y erró ahora.

Pedir “realismo” a una saga como esta es obviamente un sinsentido, pero la saga El Señor de los Anillos, aún con sus efectos por computadora que comparados con tecnología más reciente pueden resultar ahora un poco rudimentarios y no del todo convincentes, tenían algo que es mucho más importante que el realismo: autenticidad. Incluso si la acción no siempre se veía creíble, nunca en toda la trilogía anterior dejó de sentirse auténtica. En gran parte creo que eso se debe a la forma en que esas escenas estaban filmadas, combinando hábilmente las tomas aumentadas por efectos especiales con tomas más personales de los combatientes; la misma filosofía de combinar efectos prácticos y computarizados que hace que películas de hace décadas como Parque Jurásico se sientan mejor logradas que muchos filmes de los últimos años en cuando a efectos especiales.

En la batalla de Pelennor cada muerte de un soldado anónimo de Rohan se sentía importante, cargada de consecuencias, y cada orco igualmente anónimo que caía representaba una pequeña pero vital victoria. En la batalla frente a Erebor en esta nueva película, Jackson filma de una forma mucho más “macro”, favoreciendo las grandes tomas antes que los pequeños momentos, y en casi todo instante hay un nivel de artificialidad en la animación de los personajes o en la saturada fotografía que nunca deja olvidar del todo que lo que estamos es algo filmado con unos cuantos extras y pantallas verdes en vez una masiva pelea a muerte a los pies de la imponente Montaña Solitaria.

Incluso si la prolongada batalla final en sí se queda corta, el filme tiene sus momentos de brillo como la muy emocionante secuencia con Smaug al principio, e incluso los duelos más íntimos que tienen lugar en el desenlace del filme acarrean bastante emoción. Desde el principio la trilogía El Hobbit se sintió distinta a El Señor de los Anillos, menos oscura y masiva, y en los momentos de la trilogía en que Jackson abrazó esas diferencias -momentos como la escaramuza con los trasgos y los intensos duelos verbales de Bilbo con Gollum y Smaug-, siempre salió bien parado. Es destacable un excelente duelo mágico que involucra a varios de los "all-stars" de la trilogía anterior.

Hablando de Bilbo, es una pena que tan poco tiempo en la saga El Hobbit haya sido dedicado a propio hobbit, porque el trabajo de Martin Freeman en toda la saga fue fenomenal. La Batalla de los Cinco Ejércitos no tiene un protagonista propiamente dicho, aunque lo que más se acerca a uno es Thorin, y aunque Richard Armitage hace un trabajo correcto alternando entre el Thorin heroico y noble y una versión del mismo consumida por paranoia y codicia, la verdad es que Jackson y sus co-guionistas nunca supieron hacer de Thorin un personaje particularmente interesante.

A pesar de acabarse con una gran batalla, El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos se siente extrañamente anticlimática, pero no es realmente una mala película. Solo un capítulo final que se queda algo corto dentro de una trilogía que para muchos puede haberse sentido innecesaria.

En eso último estoy en desacuerdo. Como lo veo yo, la trilogía “El Hobbit” fue un bienvenido regreso a la Tierra Media de la que Jackson nos enamoró hace más de una década. Definitivamente hubiera sido más que suficiente dejarla en dos películas, pero no puedo decir que el viaje, a pesar de dejar algo qué desear al final, no haya valido la pena aunque sea solo por su valor nostálgico.

Ahora, si me disculpan, creo que es un buen momento para volver a sacar los DVD de El Señor de los Anillos.

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EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS (The Hobbit: The Battle of the Five Armies)

Dirigida por Peter Jackson

Escrita por Peter Jackson, Guillermo del Toro, Fran Walsh y Philippa Boyens (basada en una novela de J.R.R. Tolkien)

Producida por Peter Jackson, Fran Walsh, Carolynne Cunningham y Zane Weiner

Edición por Jabez Olssen

Dirección de fotografía por Andrew Lesnie

Banda sonora compuesta por Howard Shore

Elenco: Martin Freeman, Richard Armitage, Ian McKellen, Luke Evans, Orlando Bloom, Evangeline Lilly, Lee Pace, Manu Bennett, Aidan Turner, Cate Blanchett, Christopher Lee, Hugo Weaving, Graham McTavish y Benedict Cumberbatch

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