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Una de las primeras cosas que nos muestra Divergente es lo que parece ser un buque de guerra abandonado en medio de un campo, seguido de vistas panorámicas de la ciudad de Chicago, predominantemente gris con edificios deteriorados y rodeada por una extraña muralla.
Es en esos primeros minutos que se hace obvio el que parece ser el problema principal de Divergente, una sensación de “deja vú” muy notable con respecto a la saga Los Juegos del Hambre: en ambos casos tenemos una historia de ciencia ficción futurista ambientada en un mundo post apocalíptico –cuyo apocalipsis no llegamos a ver o entender del todo-, con una sociedad represiva y una protagonista adolescente de espíritu rebelde.
Desafortunadamente, ese resulta ser solo uno de los problemas de la película basada en las novelas de Veronica Roth.
Nuestra protagonista adolescente de turno es Beatrice Prior (alias Tris), que vive en Abnegación, una de las cinco facciones en las que se divide la sociedad que habita Chicago en este futuro. Mientras los de Abnegación viven por el prójimo, llevando comida a los deshauciados “sin facción”, los de Verdad aprecian la honestidad por sobre todo –no recuerdo que el filme nos muestre qué hacen aparte de eso-, los de Cordialidad son gente pacífica que se encarga de mantener alimentada a la ciudad con granjas, los de Erudición valoran la inteligencia ante todo y los de Osadía tienen como rasgo definitorio la valentía, ya que saltan de trenes en movimiento, corren por las calles riendo y por lo general actúan como una curiosa combinación de espíritus libres y fuerza policial.
Al llegar a cierta edad, los jóvenes deben tomar una prueba que determina sus aptitudes y luego deben elegir a qué facción quieren pertenecer. Sin embargo, su prueba arroja resultados poco claros, lo que aparentemente la pone en peligro, según dice la alarmada encargada de su test, quien le advierte que debe mantener el resultado como secreto si quiere vivir. Para sorpresa de absolutamente nadie, en la ceremonia de elección de facciones, la adolescente que desde el principio del filme monologa sobre la libertad y el sentirse “atrapada” en su facción elige Osadía.
La razón de esta segregación no se nos explica sino en vagas declaraciones como que es “para asegurar nuestra supervivencia”, o como afirma líder de Erudición y obvia villana Jeanine Matthews (Kate Winslet), para mantener bajo control la naturaleza humana que según ella inevitablemente lleva a las personas a cometer crímenes y generar conflictos. Ahora, eso es interesante, y hubiera beneficiado enormemente a la historia de la película si se explotaba adecuadamente. Si tan solo la película se hubiera tomado su tiempo para profundizar un poco más en la historia de este mundo y en las razones que llevaron a ver como necesaria la formación del sistema de facciones.
Lo que tiene la ciencia ficción es que por lo general es más fuerte en la ficción que en la ciencia, e inevitablemente requiere que en cierto grado el espectador suspenda su incredulidad y se deje llevar. Para esto, los realizadores deben poner en pantalla un universo interesante y que tenga sentido en el contexto de la historia, además de los obligatorios personajes por quienes sentir empatía. Si tenemos eso, los espectadores no nos distraemos preocupándonos por detalles como que la Estrella de la Muerte tiene un obvio punto débil que nadie del Imperio advirtió.
El mundo de Divergente carece de ese contexto, es como es prácticamente porque sí en lo que al espectador respecta; es una película que clama por una escena que nos muestre un vistazo del pasado y cómo llegó el mundo a ser como es, sea con un “flashback” como las secuencias que abren las dos películas de Thor o con algo más visualmente creativo, como la escena de créditos de Watchmen o la secuencia en la que Superman aprende sobre su planeta de origen en El Hombre de Acero. Incluso un monólogo expositorio de alguno de los personajes o un texto al principio al estilo de Star Wars hubiera sido mejor que casi nada.
Esto deja en la nebulosa cuestiones clave como por qué es tan preocupante para el liderazgo de la sociedad que existan “divergentes” como Tris, que no se conforman a una sola facción, cuestiones que acabamos respondiéndonos nosotros mismos, porque la película necesita villanos para nuestra heroína. Quizá en el libro esté todo mejor desarrollado.
El argumento en sí es mayormente carente de sorpresas. Seguimos a Tris mientras lucha por mantenerse en Osadía y no ser condenada a una vida sin facción –podemos añadir “¿por qué los sin facción viven como vagabundos?” a la lista de preguntas sin respuesta- y por mantener su estado de “divergente” en secreto, mientras en las sombras se desarrolla una siniestra conspiración. En todo momento es perfectamente obvio quiénes son los villanos, quién vivirá y quien morirá.
Hablando de la protagonista, el personaje de Tris es uno de los puntos altos de la película, no porque sea un personaje especialmente interesante u original, sino por el buen trabajo de la actriz Shailene Woodley (Los Descendientes), quien pinta una combinación de determinación y fragilidad muy natural, y hace evolucionar al personaje de forma sutil y creíble a lo largo del filme. Incluso el obligatorio romance con uno de los líderes de Osadía, Cuatro, (Theo James) resulta natural ya que la película se toma su tiempo en esto. En lo que a protagonistas de películas basadas en novelas juveniles respecta, Tris es más Katniss Everdeen que Bella Swan.
La película tampoco carece de algunos momentos de acción memorables e interesantes secuencias visuales. Después de todo, el director es Neil Burger, realizador de la muy bien lograda Sin Límites (2010), y aunque en la mayor parte del tiempo parece haber dirigido en piloto automático, deja entrever su particular estilo en las surreales escenas dentro de las mentes de los protagonistas durante las pruebas, y además incluye entretenidas secuencias de acción como un tiroteo de práctica –como una especie de “paintball” futurista”- un vertiginoso vuelo en arnés. Junkie XL contribuye con una acertada banda sonora de ritmos mayormente electrónicos.
Quizá con esta saga ocurra lo mismo que con Los Juegos del Hambre, cuya segunda parte fue tan buena que incluso eleva en calidad a la mediocre primera entrega solo por asociación. Sin embargo, por el momento Divergente deja mucho qué desear.
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DIVERGENTE (Divergent)
Dirigida por Neil Burger
Escrita por Evan Daugherty y Vanessa Taylor (basada en un libro de Veronica Roth)
Producida por Lucy Fisher, Pouya Shabazian y Douglas Wick
Edición por Richard Francis-Bruce y Nancy Richardson
Dirección de fotografía por Alwin H. Küchler
Banda sonora compuesta por Junkie XL
Elenco: Shailene Woodley, Theo James, Kate Winslet, Jai Courtney, Zoë Kravitz, Ashley Judd, Ray Stevenson, Miles Teller, Tony Goldwyn, Ansel Elgort, Maggie Q, Christian Madsen y Mekhi Phifer